Hablar de aumentar un impuesto en un país que tiene una presión tributaria récord es un contrasentido. Pero está claro que la iniciativa que presentaron ayer Alberto Fernández y Martín Guzmán tiene más sentido político que económico: al Gobierno le permite alinearse con el discurso del kirchnerismo, imantar al FdT en el Congreso y atraer a los gobernadores.
El denominado impuesto a la renta inesperada en el fondo es una sobretasa de Ganancias, que regirá durante un solo período fiscal. Afectará a las empresas que cierren este año con una ganancia neta contable superior a $ 1000 millones, que cumplan además una de estas condiciones: que esa ganancia contable sea 10% mayor a sus ingresos o que ese margen haya aumentado al menos 20% frente a 2021.
El Gobierno le encontró un sentido de oportunidad a la presentación de ayer en la Casa Rosada. Por empezar, fue una nueva demostración del empoderamiento de Guzmán. Pero además le permitió al Presidente impulsar una propuesta que usa como blanco a las grandes empresas y está destinada a generar una redistribución de ingresos. La iniciativa fue expuesta después de que la vicepresidenta Cristina Kirchner lanzara dardos sobre el Ejecutivo por ejercer demasiada tolerancia sobre ciertos grupos económicos (apuntó contra Techint, sin nombrarlo). Con esas palabras como telón de fondo, que dispararon el episodio que derivó en el despido de Matías Kulfas, la presencia del ministro de Economía hoy en el acto de AEA hubiera quedado como un gesto desbalanceado. El proyecto de renta inesperada lo ayudará a resaltar su faceta progresista.
La propuesta tiene un anzuelo clave: Ganancias es un impuesto coparticipable, con lo cual incluye el incentivo básico para que el Congreso no le ponga demasiados palos en la rueda. Hasta el propio kirchnerismo estaría obligado a acompañarlo, dando pie a una votación que muestre unido al Frente de Todos.
En términos económicos, hay dos cuestiones a tener en cuenta. La más relevante es que si esta iniciativa avanza, puede actuar como bloqueo a cualquier intento por subir retenciones. Los intervencionistas igual argumentarán que a diferencia de los derechos que se cobran sobre la exportación, el plan de Guzmán no contribuye a contener la inflación. Pero lo que prioriza Economía es otro frente: tiene que evitar cortocircuitos con el agro para que no se interrumpa la liquidación de la cosecha. Hoy los pesos se pueden conseguir de otras fuentes alternativas, pero los dólares no.
En segundo lugar, cabe recordar que el impacto real de esta carga tributaria estará tamizado por el balance final de las empresas. La AFIP, como aclaró el ministro, podría exigir el pago de adelantos este año, pero esa ganancia correría recién en 2023, una forma de compensar al FMI ante una menor reducción del déficit fiscal en los meses que restan.




