Zoom editorial

Una pelea de poderes que complica la negociación con el FMI

La última apertura del período de sesiones ordinarias bajo el mandato iniciado por Alberto Fernández y Cristina Kirchner en 2019 dejó expuesto ayer, en el Congreso, un estado de confrontación institucional que mantiene alterado el presente político y complica la posibilidad de lidiar con los problemas económicos, en particular aquellos que llevan al Gobierno a renegociar las metas del préstamo de facilidades extendidas con el que se evitó caer en cesación de pagos con el FMI.

El duro discurso del jefe de Estado contra la Corte Suprema, en presencia de legisladores, gobernadores y, fundamentalmente, las propias autoridades del Alto Tribunal que concurrieron al Parlamento, evidencia una pelea de poderes que alerta a potenciales inversores internacionales y al propio Fondo Monetario. 

Y es que, a partir de argumentos contrapuestos y contra la invocación al diálogo, profundizó la grieta en el inicio del año electoral, a tal punto que el tiempo de sesiones extraordinarias pasó con un Congreso que sólo sesionó el último día de febrero para aprobar la moratoria previsional.

"No necesitamos al Fondo Monetario Internacional para saber que debemos lograr el equilibrio fiscal. No podemos persistir con políticas que generan déficit en nuestras cuentas públicas", dijo ayer, con sensatez, el jefe de Estado. Sin embargo, miembros de la oposición marcaron una contradicción entre las palabras presidenciales y la habilitación de 800.000 nuevas jubilaciones votada en la jornada previa que, según sus cálculos, implicará una suba del rojo indeseada por el FMI.

En el centro de ese debate, por el que también transitan las necesidades de una sociedad que requiere fortalecer sus niveles de empleo privado y poder adquisitivo para sostener el sistema previsional y mejorar las condiciones de vida, surge la imagen de un país que apuesta todas sus fichas a acelerar la construcción del gasoducto Néstor Kirchner para que la riqueza que cobija Vaca Muerta permita revertir la ecuación energética y, sobre todo, atender sus necesidades financieras.

Pero pese a que ya se completó la apertura del trazado y se soldó el 50% de los tubos que se instalarán a lo largo del gasoducto, según informaron Techint y Sacde, aún quedan varios meses por delante para que la obra esté terminada y, sobre todo, el fluido llegue a Buenos Aires de manera que pueda generar el ahorro de dólares por autoabastecimiento y el ingreso de divisas por su exportación.

 Puede ser un antes y un después, pero mientras tanto, la idea de no necesitar al FMI para cumplir con los compromisos asumidos seguirá siendo una mera expresión de deseos.

Temas relacionados
Más noticias de FMI
Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.