Cuando se inició la demanda de los fondos buitres contra el país el Gobierno no pensaba en que llegaría hasta esta instancia. Sólo tres meses atrás, en noviembre, la presidenta Cristina Fernández aseguraba que no pagaría un sólo centavo a los acreedores que no ingresaron a los canjes ofrecidos por el país en 2005 y 2010. Hoy, a regañadientes, admiten que la posibilidad de una reapertura del canje de deuda en condiciones similares al anterior es el mejor escenario que podría esperarse.


Este diario adelantó en octubre que la posibilidad de ofrecer un nuevo canje era una opción que se estudiaba en sigilo en el Gobierno. Luego, a fines de noviembre, el propio ministro de Economía, Hernán Lorenzino, lo confirmó. Ahora más de un funcionario prende velas para que este camino sea el que finalmente acepte la Corte de Apelaciones de Nueva York.


La interpretación de la cláusula de pari passu que realizó el juez Griesa (100% de pago en efectivo) es, al menos, polémica. Por no decir, desconcertante. Pero la Argentina perdió un tiempo valioso en declamaciones para la tribuna, en vez de ofrecer inmediatamente un nuevo canje, neutralizando el propio argumento de los acreedores, en relación a un trato desigual frente a los bonistas que sí aceptaron los canjes anteriores.

Además, se puso en contra a más de uno de los jueces estadounidenses.


Desde ayer, las cartas están echadas y sólo resta esperar. El fallo de la Corte podrá demorar una semana, un mes o dos. Pero llegará y el final es aún incierto.


Muchas veces negociar inteligentemente implica callar más que hablar.