La culpa es del FMI

El Gobierno ayer solicitó un waiver (perdón) al Fondo Monetario Internacional (FMI) por la falta de datos fiscales que no estaban disponibles durante la última revisión del organismo financiero.

"La exención solicitada no tiene que ver con ningún pedido de modificaciones a las metas ni a los plazos y el país ya había recibido una exención similar en la primera revisión del Directorio", indicó la fuente del Palacio de Hacienda.  

Pero más allá de las explicaciones oficiales, las dudas sobre el por qué del pedido de perdón inundaron el mercado.

La Argentina vive desde el año pasado una situación particular. Todo lo que presupuestó para 2018 se hizo añicos en el primer semestre de ese año. La suba de tasas en Estados Unidos y la devaluación en el país provocaron una situación económica compleja de resolver. A este panorama se sumaron otras dos situaciones no menores. La herencia del Gobierno anterior y las malas decisiones del actual. El combo fue explosivo y se tuvo que recurrir a un prestamista de última instancia: el FMI. 

Ahora la Argentina y los argentinos en particular se ponen cara a cara con una situación que no pensaban, o al menos, que no preferían enfrentar: devaluados, endeudados y con una inflación mayor a la que había en tiempos de Cristina. 

De todos modos, el FMI definirá mañana (viernes) otro desembolso para la Argentina de u$s 10.800 millones que el Ministerio de Hacienda ofrecerá en el mercado cambiario a razón de u$s 60 millones por día con la idea de controlar las subas del dólar, o técnicamente la depreciación del peso.

Según la Fundación Ecolatina, en 2015 la economía argentina poseía diversos desequilibrios en varios planos, uno de los cuales era el fiscal. Asimismo, casi el único activo que legó el kirchnerismo en materia económica era el acotado stock de deuda pública relevante (con el sector privado y organismos financieros internacionales). En este contexto, explica el informe, y para corregir desbalances sin recurrir a un recorte acelerado, el actual Gobierno optó por un esquema de ajuste gradual financiado con endeudamiento externo. Sin embargo, el plan perdió confianza y el consecuente apoyo de los inversores. Como resultado al Gobierno no le quedó otra que recurrir al FMI.

Con todo, el equipo económico trata de capear un temporal donde la deuda del sector público nacional pasó de u$s 321.000 millones a fines de 2017 a u$s 332.000 millones en 2018, situación que provocó un salto de casi 30 puntos porcentuales en el ratio deuda sobre PBI, uno de los indicadores principales que miran los inversores.

El waiver de ayer no parece ser el problema. El problema es que la Argentina recurrió al FMI, sigue sin solucionar los problemas y ahora la sociedad en su conjunto volvió a encontrar un culpable: la culpa es del Fondo Monetario.

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