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La contabilidad de las empresas no es tan elástica como las encuestas

Entrenado en las cuentas siempre dispares de las matemática electoral, el Gobierno cree que los balances de las empresas pueden ser tan flexibles como las encuestas. Por eso no tiene problema en fijar todos los precios y reglas que sean necesarias, si de esa manera se acerca al resultado deseado.

Con la inflación no le fue bien. La brutal contracción económica del 2020 consiguió, entre otros efectos, moderar el aumento de los precios, ya que la montaña de pesos que debió emitir el Banco Central para financiar toda la ayuda que demandó la pelea contra el Covid apuntó más al dólar que a la demanda de bienes. Pero la ola llegó igual. Con rezago, pero llegó.

A medida que la economía comenzó a reactivarse, los precios acompañaron ese sendero alcista. La falta de claridad en el horizonte económico no ayudó a moderar la recuperación de costos que intentaron concretar las empresas en los primeros meses de 2021. Más bien lo contrario.

Hubo sectores que luego de atravesar meses de nula actividad, aplicaron aumentos que duplicaban la inflación promedio del año pasado. Los que padecieron congelamientos (ya sea por Precios Máximos o Precios Cuidados), también buscaron su propio camino para conectar con esos pesos que había sueltos, y se las ingeniaron para reconfigurar sus ingresos con productos nuevos, o más bien reformulados.

Para tratar de poner cierto orden, el Gobierno impulsó una meta de inflación de 29%, asumiendo que era poco probable conseguir un descenso más ambicioso. Y comprometió a gremios y empresas a discutir acuerdos paritarios en torno a esa cifra, siempre estimulando un número superior que permitiese recuperar el poder adquisitivo perdido en el año de la pandemia.

Lo que pasó está a la vista: 21% en cinco meses fue suficiente para que las paritarias tomaran otro rumbo. Los empresarios están molestos con la luz verde que recibieron los sindicatos, porque advierten que todas sus proyecciones se saldrán de caja.

¿Acaso el Ejecutivo espera que esto termine con más inflación para afrontar el costo extra de los futuros reajustes salariales? No, desde ya. Lo que proyecta es un escenario que se ajusta más a sus deseos que a la realidad cotidiana que tienen que administrar las compañías. Prefiere no preguntar demasiado. Apuesta a que cada dueño o ejecutivo sabe que es lo que tiene que hacer para cumplir con salarios acordes a la inflación, sin hacer una remarcación que anule el esfuerzo previo.

Pero en la economía nada es gratis. Los pesos que se orientan hoy al consumo se financian con rentabilidad y se restan a la inversión, o sea a la creación de empleo futuro. Un problema más endosado al 2022.

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