Para industrias como la gastronómica, no se puede seguir postergando lo evidente. Si realmente queremos impulsar la generación de empleo formal necesitamos revisar el esquema del costo laboral no salarial y la presión impositiva.

Es urgente que empecemos a mirar con otra lógica a los sectores que más pueden contribuir al crecimiento sostenible. El gastronómico es uno de ellos. Y si no se actúa rápido para aliviar las condiciones que hoy lo frenan, el costo lo vamos a pagar todos: menos inversión, menos desarrollo local y menos empleo.

Sabemos que la presión impositiva y el costo laboral no salarial no son un tema nuevo en la Argentina, pero sí se volvieron cada vez más difíciles de afrontar. Durante años, la inflación empujó un consumo exacerbado que ocultaba una fragilidad estructural que ahora quedó expuesta.

Si bien notamos una caída en las salidas a comer afuera, en el caso de Alsea, manejamos unos volúmenes muy saludables en comparación con otros mercados similares. Pero no están siendo suficientes para amortiguar los efectos de una carga fiscal elevada y están dejando en evidencia una verdad incómoda: seguir de esta manera empuja al sector al estancamiento. Por eso, este tema dejó de ser una preocupación de largo plazo para convertirse en una necesidad urgente de revisar y atender.

Hoy, una empresa gastronómica que factura 100 en Argentina destina aproximadamente 36 a impuestos y cargas sociales. En Chile, esa cifra es de 21 y en Uruguay es de 25. Esta diferencia impacta en la rentabilidad y capacidad de crecimiento.

¿Por qué importa esto? Porque somos una industria de mano de obra intensiva (la gastronómica) que hoy da trabajo formal a más de 170 mil personas en Argentina, de manera directa. Además, somos una puerta de entrada al mundo laboral formal para miles de jóvenes. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), en Argentina 6 de cada 10 jóvenes trabajan en condiciones informales. Y en este contexto, las cadenas de fast food internacionales representan una gran solución, dado que tienen impacto positivo directo en la generación de empleo para los jóvenes por su accesibilidad, nivel de formalidad y posibilidades de desarrollo profesional. Sin mencionar que esta industria también moviliza a cientos de proveedores nacionales. La lógica es clara: si se baja la presión impositiva al trabajo, la industria responde con empleo y crecimiento.

Desde Alsea, operadores de marcas como Burger King y Starbucks en Argentina, podemos dar cuenta de más de 6,500 puestos de trabajo directos y de calidad. La mayoría están ocupados por jóvenes que accedieron a su primer empleo con nosotros. De hecho, el 80% de quienes forman parte de nuestros equipos dio su primer paso en el mercado laboral formal en nuestras operaciones.

Pero no se trata solo de abrir la puerta: también acompañamos el desarrollo. El 70% de los gerentes de Alsea en Argentina hicieron carrera dentro de la compañía y el 40% de nuestros colaboradores cursan estudios universitarios mientras trabajan. En otras palabras, es un sector que permite proyectarse.

Esto y más demuestra lo que la industria gastronómica puede aportar cuando se le dan las condiciones. Pero sin una reforma de cargas sociales y del esquema impositivo, no habrá un desarrollo sostenido del sector.

La situación, además, provoca que muchas empresas del sector gastronómico caigan en la informalidad. Y esto se da porque no sería viable para ellas estar en el sistema y sobrevivir al mismo tiempo. De esta manera, no solo se pierde recaudación, sino también oportunidades de empleo de calidad para miles de personas.

Si se pudieran revisar las cargas sociales e impositivas para poder incorporar al mercado formal a más empresas que tienen que apelar a la informalidad en Argentina, no solo se incrementa la recaudación, sino que nos permitiría crecer de manera sostenible a todos. Desde Alsea, creemos que las industrias de mano de obra intensiva son parte de la solución para una Argentina con más oportunidades. Este tipo de modelos no solo es una decisión económica inteligente, sino una política de inclusión laboral efectiva.

Vale la pena destacar que aún tenemos un gran camino por recorrer en Argentina, especialmente en ciudades con menos de 200 mil habitantes. El consumidor argentino valora nuestras marcas, nuestras categorías y nuestra propuesta de calidad. Por eso, después de más de 30 años operando en el país, sostenemos nuestra mirada a largo plazo y seguimos comprometidos con el impacto real que podemos generar desde el sector privado. La oportunidad está, solo necesitamos que el entorno acompañe para transformar ese potencial en crecimiento sostenido.

Es momento de destrabar el crecimiento.