

Recientemente se publicó el Reporte a las Naciones, un estudio mundial sobre el fraude en todo tipo de organizaciones realizado por la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados (ACFE). En el informe se analiza 1483 casos de fraude cometidos en más de 100 países. Se estima a nivel mundial que las organizaciones públicas y privadas pierden un 5% de sus ingresos en fraudes e irregularidades. Si se aplica ese porcentaje al Producto Bruto Mundial del año 2013 estimado en u$s 73,87 billones los resultados de la pérdida proyectada potencial mundial serían de casi u$s 3,7 billones. Si el análisis se hiciera para la Argentina cerca de $ 150 mil millones se perderían por año producto de actos ilícitos y de corrupción. Representa una suma enorme, dirigida a un gasto que no brinda ningún beneficio social ni apoya ningún negocio legítimo.
Según el estudio, la prevención es la forma más eficiente de combatir el delito dentro de las empresas ya que en el 58% de los casos de fraude no existe ningún recupero de las cifras siniestradas y sólo en el 14% se llega a recuperar el 100% del monto robado. Asimismo, muchos de los controles antifraude son ignorados en las empresas. El monitoreo y análisis proactivo de los datos fue utilizado por el 35% de las organizaciones víctima, sin embargo las compañías que han implementado ese control han sufrido fraudes en promedio un 60% menos costosos y con un tiempo de duración promedio 50% menor. Controles menos comunes como las auditorías sorpresa, una unidad antifraude, y evaluaciones formales de riesgo de fraude mostraron similitudes con la reducción de costos y tiempos de detección. Lo más efectivo son las líneas de denuncia a disposición de empleados, clientes y proveedores. Más de un 40% de los casos del estudio fueron detectados por este medio (más del doble que cualquier otro método). Casi la mitad de las denuncias fueron emitidas por empleados de las firmas y originaron el descubrimiento del fraude. Los organismos que las implementan experimentan fraudes unos 41% menos costosos y el tiempo transcurrido para detectarlos es 50% más rápido. Es fundamental saber que el costo promedio del fraude se duplica cuando participan dos personas actuando en forma coordinada y se quintuplica si son tres o más los perpetradores. Las organizaciones pequeñas se ven desproporcionalmente afectadas por el fraude debido a la escasez de controles por oposición de intereses entre los distintos funcionarios y la ausencia de prácticas administrativas adecuadas. Las auditorías externas fueron el método de detección en solo el 3% de los casos en comparación con el 7% detectado por accidente. Cabe destacar que el objetivo de la auditoria externo no es detectar fraudes sino asegurar la razonabilidad de los estados contables tomados en su conjunto. Generalmente los defraudadores exhiben comportamientos comunes que pueden ser señales de advertencia sobre la comisión de delitos. Por ejemplo, vivir más allá de sus medios o tener relaciones inusualmente estrechas con proveedores y clientes. Por eso es importante capacitar a los mandos medios y directivos sobre las normas éticas de la compañía. El 90% de las personas no estarían dispuestas a cometer una irregularidad si existen chances de ser detectados. La prevención y detección del fraude es posible con medidas disuasivas y de control que permitan mantener el riesgo en niveles bajos para que no afecte negativamente la competitividad.