Hay una pared con más ladrillos para aguantar la dolarización

El precio de los activos argentinos no solo tiene cargada la incertidumbre electoral y el reperfilamiento, sino también el riesgo de que el FMI se reserve el último desembolso pendiente para tener un gesto con la nueva administración. Si se confirma el pronóstico de las PASO, la buena noticia para Alberto Fernández es que al menos podría disponer de u$s 13.000 millones para arrancar la gestión. La mala noticia era para Mauricio Macri, que iba a disponer de menos recursos para enfrentar el asedio de los ahorristas que quieren tener sus dólares en la caja de seguridad.

La novedad de las últimas horas es que Hernán Lacunza consiguió abrir un cofre que hasta el momento no había utilizado. Se trata del desembolso por u$s 7500 millones que el Fondo envió en 2018, con el objetivo formal de reforzar las reservas. Nadie tenía demasiada precisión sobre su uso potencial, sobre todo antes de que el organismo convalidara el pedido argentino de flexibilizar el uso de estos fondos en el mercado cambiario.

Pero quedó un poco más claro que ante el retraso real del giro de u$s 5400 millones (estaba previsto recibirlo en septiembre), el Fondo le habilitó al Gobierno la chance de usar una chequera más gorda. La señal seguramente tendrá un impacto positivo en el valor de los bonos y en el riesgo país, ya que oxigena la cuenta que vienen haciendo los analistas desde agosto: ver de qué manera el ritmo de salida de los depósitos puede complicar los vencimientos en dólares que quedan hasta fin de año.

El Gobierno logró contener varias de las goteras del control de cambios, e incluso también las demandas puntuales de dólares que presentaba el mercado. En el primer caso, pudo identificar y obturar varios de los orificios que alimentaban operaciones paralelas con bonos. El rulo y el bucle quedaron planchados, y por la complejidad que le dieron al "contado con liqui", hay menos brecha a la vista. También se logró incrementar un poco la oferta de los exportadores, con lo cual las intervenciones oficiales se hicieron más suaves. Y no tuvieron empacho en endurecer un poquito el cepo si con esa mecánica achicaban la tentación dolarizadora. El BCRA le incorporó ayer controles online, que permitirán detectar antes de que el banco venda, si el comprador ya había cubierto su techo de u$s 10.000.

Todo este contexto ya había conseguido atenuar la ansiedad de los inversores, y por esa razón se ve poco volumen de operaciones financieras. Aunque los bancos aprovechan la venta minorista de dólares para hacer alguna diferencia, el mayorista oscila entre $ 56 y $ 57 desde hace semanas, ya que el Palacio de Hacienda tiene claro que congelar la devaluación es un objetivo tanto político como macroeconómico. Por eso no se esperan oscilaciones bruscas en las próximas tres semanas. El cepo esta vez funcionó. 

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