Hasta la vacuna rusa ayuda a reforzar los gestos fiscales de Guzmán

Al final era por ahí. Las señales que emitió el equipo económico no eran muy diferentes a lo que proyectaban antes de que escalara la crisis cambiaria. Pero a veces la diferencia está en poner todos los gestos alineados y empezar a cumplirlos.

Cada vez que los inversores y bancos de inversión dialogaban con el equipo de Martín Guzmán, empeñado en transmitir calma frente a la perspectiva de una devaluación inevitable, la palabra del ministro iba siempre en la misma dirección. Incluso el presidente Alberto Fernández repitió todas las veces que pudo que no tenía ninguna intención de aplicar un salto brusco en el tipo de cambio. El Gobierno al principio veía conspiradores detrás de cada informe negativo que circulaba en el mercado. Hasta que en lugar de hablar, también empezó a escuchar.

El mensaje que recibieron los funcionarios fue que el Presupuesto 2021 no fue suficiente para apaciguar las inquietudes que generaba el frente fiscal. Es más, como sus proyecciones eran vistas como demasiado optimistas (con un incremento leve del gasto real) nadie tenía la sensación de que el financiamiento del año entrante iba a esquivar los riesgos de una emisión monetaria galopante.

Por eso lo primero que contestó el equipo de Hacienda fue que el déficit primario de 4,5% del PBI que estaba incorporado en el Presupuesto no era el escenario base, sino el peor escenario. O sea, habían asumido en sus cálculos la posibilidad de que los gastos por la pandemia en lugar de aminorar iban a crecer. Al fin y al cabo, ese dato está gobernado por la incertidumbre.

Pero con las novedades del día (el Gobierno anunció la compra de 25 millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik, que se sumarán a las convenidas con AstraZeneca y la Universidad de Oxford), hay una perspectiva más tranquilizadora sobre el impacto del Covid en 2021, y sobre los recursos que necesitará el Estado para enfrentar sus consecuencias. En conclusión: tal vez sea un problema conseguir los u$s 200 millones para pagarle a Rusia, pero si eso ayuda a mejorar las expectativas del año entrante, ese gasto se pagará solo.

Lo que hizo Guzmán entonces, en el arranque de la semana, fue proyectar una estrategia más transparente: mayor colocación de deuda interna en pesos, para clausurar hasta fin de año la asistencia financiera del BCRA. Para los inversores, ese dato representa un poco más de disciplina fiscal y menos emisión monetaria, con lo cual no fue difícil conseguir un cambio de tendencia en materia de riesgo país. Al camino descendente del dólar, se le sumó una recuperación de los bonos soberanos y de los ADR argentinos en Wall Street.

Las palabras, no obstante, no durarán para siempre. Ayudarán a comprar tiempo hasta que llegue la misión del FMI y aparezcan nuevas señales. Si todas apuntan en el mismo sentido, la paz cambiaria se consolidará.

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