Exportar más: el ideal, pero ¿cómo?

El Gobierno busca incorporar como "endulzante" en la negociación de la deuda un instrumento cuyos pagos dependan de la dinámica exportadora. Es evidente que en la lectura oficial la sostenibilidad macroeconómica del modelo depende de esa variable. Ahora bien, ¿cómo dar el tan ansiado salto exportador?

Desde el Ministerio de Economía se afirma que para asegurar un nivel "elevado y estable" de competitividad debe sostenerse el tipo de cambio real. Surgen entonces tres interrogantes: 1) ¿cómo hacerlo con alta inflación y sin acceso a los mercados internacionales de capital?; 2) ¿cuánto estimula realmente a las exportaciones un tipo de cambio real alto y estable?, y 3) ¿cuáles son las consecuencias macro de mantener en estos niveles el tipo de cambio real en medio de una profunda recesión?

Dólar alto no es receta

Dar estabilidad a la competitividad cambiaria significa que los precios internos se muevan en línea con el dólar. De ese modo, el valor comercializable de los productos en el exterior no se altera, ya que los costos en pesos y el precio final en moneda dura van en tándem.

A su vez, supone un sendero bien definido para el dólar, que puede ser anticipado por el mercado. Para evitar la dolarización de los agentes económicos (incluso con cepo) se necesita un nivel de tasa de interés que siga a la inflación esperada.

El BCRA se muestra reticente a elevar las tasas para revertir la dolarización a través de instrumentos de mercado (desde compra de automóviles hasta dólares bursátiles, pasando por importaciones "adelantadas"). Entonces, la salida es restringir el acceso a los bienes que siguen la cotización del dólar o, lo que es lo mismo, endurecer el cepo.

En tanto esta inconsistencia no sea corregida por el Central, mantener una suerte de crawling peg (dólar oficial siguiendo a la inflación), como se viene haciendo hasta aquí, equivale a darle continuidad a las restricciones cambiarias.

¿Qué nos dice la experiencia sobre el comportamiento de las exportaciones frente a un dólar alto? La foto muestra una dinámica similar a la de los países latinoamericanos de la década de los '80, por el elevado nivel de volatilidad de las variables nominales (tipo de cambio e inflación). ¿Cuál era el efecto de un tipo de cambio real y alto en esas economías? Muy poco.

Un estudio sobre la economía en ese período muestra que las variables macro (tipo de cambio real, términos de intercambio- la diferencia entre el precio de las exportaciones e importaciones- y nivel de actividad) explican sólo 20% de la dinámica exportadora.

Dentro de ese 20%, 1/4 depende del nivel del tipo de cambio real y su estabilidad (3/4 dependen del producto y de los términos de intercambio). Esto es, sólo el 5% de la trayectoria de las exportaciones (20% por 1/4) está explicado por lo que pasa con esta variable.

Dicho de otra forma, el efecto de los niveles de competitividad, entendiendo esto como un sendero virtuoso del tipo de cambio, sobre el salto exportador es muy pequeño. Esto no es así en economías avanzadas, donde las mencionadas variables "macro" explican más del 80% de la suerte de las exportaciones.

¿De qué depende el salto exportador entonces? Ciertamente la estabilidad del tipo de cambio es necesario, pero no suficiente. Se requieren políticas sectoriales. En ese "juego" hay que elegir "ganadores". Vaca Muerta es clave en esta dinámica.

La hora de la energía

Después del agro, la Energía es el sector más dinámico y con mayor capacidad de generar divisas a partir del desarrollo a escala de Vaca Muerta. No sólo opera con tecnología de vanguardia sino también impulsa la producción de bienes y servicios de un complejo entramado productivo. En los últimos siete años el yacimiento atrajo inversiones por u$s 27.000 millones y equilibró la balanza comercial del sector.

Hoy, Vaca Muerta es una realidad y una oportunidad. En estos años de desarrollo y trabajo, se logró un importante avance en la curva de aprendizaje. Y lo fundamental es que todos los sectores, tanto políticos como económicos, coinciden en la oportunidad que representa para el país, y la necesidad de potenciar su desarrollo.

Lógicamente, la consolidación del proceso requiere la normalización del entorno macroeconómico y un Gobierno que promueva medidas para que despliegue todo su potencial.

Sin apreciar no se crece

La persistencia inflacionaria resulta una restricción adicional importante en la búsqueda de dar el salto exportador. En la pospandemia, el Gobierno deberá encarar un programa que busque estabilizar los precios como objetivo central. No hacerlo supone continuar con crédito escaso en pesos para las empresas, las familias y el estado, forzando endeudamientos en dólares que volverán, en forma recurrente, a generar crisis externas.

Pero además esta es una economía que depende críticamente del consumo y de los salarios. Al no contar con crédito ni con exportaciones al alza, ni en un contexto de volatilidad tampoco inversión, la actividad básicamente se mueve siguiendo la suerte de los ingresos. En la salida del Covid-19, las empresas estarán endeudadas y difícilmente puedan recomponer sustancialmente los salarios. Por lo tanto, sin cierta apreciación del peso en los próximos meses no están dadas las condiciones para recuperar el crecimiento.

En suma, si el Gobierno mantiene el compromiso de no atrasar al menos levemente el tipo de cambio tendrá que convivir con alta inflación y dependencia del endeudamiento externo. Los costos de no apreciar el peso en el margen son mayores que sus beneficios.

El salto exportador tendría que surgir desde un apoyo explícito a sectores estratégicos en un nuevo contexto de estabilidad por medio de un programa macroeconómico integral que contemple, entre otras cosas, un sendero de tipo de cambio congruente con un proceso de desinflación. De lo que hablamos es de apreciar lentamente el tipo de cambio, pero desde un nivel elevado.

Todavía falta conocer lo esencial: los lineamientos de la política fiscal y monetaria. Sin embargo, la economía post-Covid-19 marcará el ritmo a ambas políticas, forzando cierta consolidación fiscal y un endurecimiento monetario.

Si se suma sostener en niveles altos el tipo de cambio real, con salarios deprimidos, no aparecen los motores que sacarán a la economía de las consecuencias de la pandemia. Todo a cambio de una modesta contribución al "salto exportador". El eje es otro: Vaca Muerta es el objetivo.

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