Enero, clave para que febrero y marzo no se parezcan a diciembre

El cambio de año confunde y la distancia con diciembre parece mucho más grande de lo que realmente es. Apenas pasaron 15 días desde que se aprobó la nueva ley previsional, tras dos jornadas violentas en el Congreso que alteraron el humor social y le generaron al Gobierno una minicrisis de gobernabilidad.

Los resabios de esos días furiosos dejaron una enseñanza en Casa Rosada. No puede volver a pasar. En la mesa chica del Presidente prevalece una intención: evitar un estallido similar en febrero y marzo, meses en los que Cambiemos buscará sancionar la reforma laboral, y los ejecutivos nacional, y de cada provincia, se sentarán con los gremios a discutir paritarias.

En el Gobierno aseguran que la decisión de recalibrar las metas de inflación fue en esa línea. "No queríamos que las cifras sean parte de un relato. Las metas anteriores iban a perder credibilidad casi de inmediato. Era necesario sincerarlas", detallan en Balcarce 50.

El optimismo oficial tras el contundente triunfo electoral en las legislativas de octubre se atenuó en los dos meses posteriores. "Pusimos los pies sobre la tierra y dejamos el triunfalismo de lado", deslizan, en lo que definen como un cambio de actitud respecto, por ejemplo, a ese 22 de octubre en Costa Salguero, en el que, eufórico, Mauricio Macri se animó a proyectar un país por 20 años. En estos primeros meses se va a evitar mencionar, siquiera, el término reelección.

En el Ejecutivo afirman que era lógica una caída en la imagen presidencial que, aseguran, tocó los 60 puntos en los primeros días de noviembre, "más que Néstor y Cristina en su mejor momento". Sostienen que se mantiene encima de 50, aunque un informe reciente de la consultora D Alessio IROL Berensztein la ubica en 44, nueve puntos menos que en el mes anterior.

En Casa Rosada creen que la merma puede continuar, teniendo en cuenta que todavía no se midió el impacto del cambio de metas de inflación y del aumento en Transporte y combustibles, por ejemplo. Pero, sostienen, "eran decisiones obligadas, que había que tomar".

Por otra parte, el arco político del Gobierno relativiza las diferencias con el titular del Banco Central Federico Sturzenegger. "No se le puede adjudicar a él solo la suba de la inflación", deslizan, y descartan, aunque no muy convencidos, movimientos en el Gabinete. "El tiempo dirá", confiesan.

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