En qué deberían pensar las marcas hoy

Atrás quedaron los tiempos en que las marcas se dedicaban a su negocio sin tomar posición sobre cuestiones sociales de interés masivo. En la actualidad las empresas que verdaderamente entienden el negocio en el que están son aquellas que eligen tomar parte en causas que impliquen valores con los que se sienten identificadas, traten cuestiones trascendentales, o toquen principios básicos como los derechos o la moralidad de las personas. Tanto los equipos de trabajo como los consumidores de esas marcas esperan esto de ellas y condenarán cualquier acto de incoherencia en su accionar, que amenace esos valores que reconocen como propios.

La situación actual en los Estados Unidos, a partir de la muerte de George Floyd en manos de la policía, generó un debate no sólo al interior de ese país sino una reacción a nivel internacional. Individuos, empresas, organismos, grupos organizados, o no, salieron a la calle y a las redes sociales a pronunciarse en favor de movimientos como #blacklivesmatter y campañas como #blackouttuesday.

Empresas como Nike, Twitter, Netflix, You Tube, Coca Cola, Google, Citigroup, por nombrar algunas, dejaron clara su posición rápidamente. En el otro término de la ecuación y a pesar de que Facebook también tomara posición a favor de esta causa, su propio staff condenó su pasividad en otro ámbito de la cuestión: Timothy Aveni, ingeniero en software de la empresa, renunció a su posición mediante un posteo en la aplicación a partir de la indignación que le provocó que no se tomara partido frente a los contenidos del Presidente de ese país en la plataforma -considerados como incitación a la violencia-, en torno a los sucesos que tuvieron lugar a partir del caso Floyd. Lo consideró una traición a los valores fundamentales en los que suponía estar basada la compañía y, por lo tanto, a los propios. El posteo se hizo viral y Aveni ya goza de cierta fama.

Así es que, hoy más que nunca, las empresas deberán elegir qué causas sociales adoptarán como propias. Deberán definirse: qué valores representan y defienden, qué conductas condenan y cuáles celebran. Ese será su público, la audiencia externa e interna a la que se dirigirán. Quienes lo escrutarán en cada una de sus acciones, a partir de las cuales renovarán su elección de marca, o migrarán hacia otra en base de una decepción.

En este sentido, no se trata de hacer una campaña, generar contenidos en redes sociales, o contar con un programa de responsabilidad social corporativa. Se trata de algo mayor: de decir abiertamente quiénes son, como marcas, a través de las causas que apoyan. De tener sentimientos, de ser más humanas. Y de estar preparadas para el escrutinio: lo primero que harán sus seguidores es preguntarles qué están haciendo en pos de esas causas, más allá del slogan. Esto deberá estar reflejado en toda la cadena de valor de la compañía, en acciones concretas, en mensajes claros para todos.

En este contexto, quienes trabajamos en la industria de la comunicación tenemos una enorme responsabilidad: la de dar luz sobre este cambio de escenario en el mundo de las marcas para generar una transformación positiva en las sociedades en las que viven y conviven. La comunicación se trata de generar cambios: en comportamientos, en saltos de conciencia, en formas de ver la realidad. Hoy tenemos la oportunidad de inspirar cambios en pos de los valores más fundamentales: el derecho a la vida, a no ser discriminados, a ser tratados todos como iguales, a estar seguros en casa, a pensar libremente, a tener igualdad de género, a tener un medio ambiente respetado, a querer un mundo mejor. Es nuestra responsabilidad motivar a la acción.

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