El trabajo de las nuevas tecnologías exige crear puentes con los excluidos

Más de 8.000.000 de personas están excluidas del mercado laboral en la Argentina, y la mayoría de ellos no han completado la escuela primaria o son analfabetos. Todos ellos están cubiertos por subsidios de distinto tipo que cubren solo el nivel salarial de indigencia. Sin embargo, todos ellos tienen acceso a los celulares muchos de ellos multifunción que pueden ser un vehículo para acceder a ciertos niveles de educación a distancia, y de preparación profesional.

La desigualdad, definida como la existencia de diferencias, es omnipresente en la naturaleza humana, según Bapu Mahadma Gandhi. Para Amartya Sen las carencias que generan las desigualdades es un problema de accesibilidad, donde la educación como la alimentación adecuada de la población están ligados a un tema logístico. El Papa Francisco destaca que la desigualdad es el peor enemigo de la democracia, y es más grave y disruptivo que la pobreza.

Para resolver un complejo tema inherente a la naturaleza humana, se deben adoptar una serie de medidas, que liguen las carencias educativas a las vicisitudes del mercado laboral.

Por ejemplo, no bastan los incentivos si el mercado no está en condiciones de alojar a los desocupados, cuando se parte de que los mismos tienen baja calificación profesional, y requieren de una etapa previa de conocimiento, y otro de entrenamiento.

En el proceso de selección las empresas ingresarán primero a aquellos candidatos que reúnan las mejores condiciones, competencias, habilidades y experiencias.

Si el mercado no genera una demanda sostenida de trabajadores, el grupo que llamaremos residual, tendrá muy baja chance de acceder a un empleo estable. Sin embargo, entre los planes sociales y una oportunidad de trabajo, existen segmentos claros que pueden ser desarrollados por el Estado, a través de la preparación para llegar a las condiciones mínimas de accesibilidad.

En la experiencia de los Estados Unidos, los grupos marginales a menudo integrado por extranjeros indocumentados que carecían de capacitación laboral y hasta no conocían el idioma, cuando se decidió integrarlos.

En los planes se siguieron cinco columnas vertebrales a saber:

a) los subsidios de subsistencia deben relacionarse con el cumplimiento del plan de salud, y con los planes de regularización de la educación obligatoria;

b) los subsidios tienen complementos relacionados con estudios de capacitación, desarrollo y práctica laboral, en un arte oficio o profesión, que sea requerido por el mercado laboral;

c) los sistemas de capacitación en arte oficio o profesión estarán articulados con prácticas laborales, o por un sistema dual de educación por una parte, y de entrenamiento en un oficio por otra en lugares de trabajo de alto requerimiento;

d) las pasantías o el régimen dual, permitirá calificar o recalificar los candidatos, y a un alto porcentaje les permitirá acceder a un empleo permanente;

e) en el proceso de interacción entre planes sociales, educación, y capacitación y desarrollo, debería enclavarse en un mercado de inversiones progresivas y de crecimiento económico sostenido.

Los grupos postergados, no tienen ninguna posibilidad de integrarse a un empleo digno si no les construimos puentes virtuales a través de los cuales puedan aproximarse al mercado, a sus requerimientos, y en particular, a los niveles de competencias que requiere un puesto de trabajo.

El celular, al cual todos acceden, puede ser un instrumento para completar la educación primaria o para reforzarla, para la educación secundaria con salida laboral, y pueden ser una herramienta para llevar educación, preparación, buenas prácticas, procesos, y hasta mecanismos de evaluación, con el fin de mejorar el cuadro de todos los excluidos.

Los planes a medias no tienen cobertura porque sencillamente, no encontraron todos los pasos en secuencia para que se transformen en los medios para progresar.

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