Opinión

El principio del fin: un réquiem al dólar oficial

¿Subestimó Sergio Massa los problemas que iba a encontrar en el Palacio de Hacienda? ¿ Sobrestimó su capacidad para generar un cambio de expectativas? Cada día que transcurre los problemas se acrecientan. La vidriera que todos miran son las reservas del Banco Central y el posible fin del esquema cambiario vigente. Los nombres de los nuevos funcionarios no sirven para detener las innumerables filtraciones acumuladas en los años del populismo K.

El ajuste fiscal necesario para volver a enderezar a la economía argentina es muy profundo. Como todos desconfían que un gobierno kirchnerista lo pueda poner en práctica, las promesas de cortar el financiamiento del BCRA al Tesoro no son creíbles. Sin tomar medidas, el rojo fiscal primario del gobierno sería del 3,5% del PBI, equivalente a $ 2,8 billones. La promesa de Massa es encarrilarlo a $ 2 billones en cinco meses, con una reducción por ende de $ 800 mil millones. Increíble.

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Las bombas que se podían pasar al próximo gobierno, explotan ahora. Súbitamente el kirchnerismo descubrió que estaba subsidiando a sectores de ingresos medios y altos con las tarifas de electricidad, gas y servicios de agua potable. Como gesto a los gobernadores, el próximo secretario de Energía vendrá desde las provincias más influyentes en ese sector. No sería neuquino. La segmentación es la palabra mágica para disfrazar el "tarifazo" en el lenguaje K. Del 10% se pasó al 30% de usuarios a los que se les eliminarán los subsidios. Y a quienes los mantengan y no sean beneficiarios de una tarifa social, se les pondrá un tope de consumo de 400 kwh mensuales, por encima de los cuales no habrá subsidios. Según la consultora EcoGo que lidera Marina Dal Poggetto, "aún suponiendo que avanzara sin trabas el esquema de adecuación tarifaria, el impacto fiscal este año es acotado, 0,2% del PBI, aunque el arrastre para el 2023 puede ser significativo". Son $ 160 mil millones de ahorro en subsidios. El costo político es bien superior al ahorro fiscal que genera en 2022.

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Otra bomba por explotar es la cambiaria. El Banco Central a cargo de Miguel Pesce jura no devaluar. Lo mismo el flamante ministro de Economía. Pero las reservas siguen cayendo a un ritmo de u$s 100 millones diarios. El Fondo Monetario seguramente exija para mantener el acuerdo con la Argentina, la corrección en el tipo de cambio. Las brechas superiores al 100% son insostenibles. Venezuela lo pudo hacer porque sus exportaciones las administraba PDVSA, la petrolera estatal. Y luego cayó en hiperinflación. Así como la segmentación es la palabra K para un "tarifazo", quizás el "desdoblamiento" lo sea para la devaluación. Las negociaciones con la Mesa de Enlace o las cerealeras fracasarán si no se corta con la raíz del problema: la alta probabilidad que se le asigna a una devaluación.

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Pero cada día que pasa la devaluación tiene más costos. El BCRA posee una posición vendida de dólar a futuro en el ROFEX y en el MAE cercana que supera los u$s 7.000 millones. Gran parte de esos contratos, a fin de agosto. Al mismo tiempo se está cerrando un canje de deuda por los vencimientos en pesos de los próximos 90 días con un bono dual, que paga la suba que observe el dólar oficial o la de la inflación. Paraíso para bancos y compañías de seguro que buscan como cubrirse frente a lo que se viene.

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En paralelo, surgen errores no forzados como el del nombramiento de Gabriel Rubinstein como viceministro, sin antes hacerle un "informe ambiental" o un "Veraz de las redes sociales". Marina Dal Poggetto ya dio su negativa el martes. Luego vino la recomendación de Roberto Lavagna para ubicar a Rubinstein. ¿Y ahora? Lo mismo sucede con Silvina Batakis en el Banco Nación, con directores a los que quiere fumigar, pero se resiste Claudio Lozano, un crítico de la actual gestión. Como si fuera un camporista, quiere mantenerse crítico pero sin perder la caja. La calle está dura.

Esta semana el gobierno deberá digerir la inflación más elevada de su gestión, cercana al 8% en julio. Sergio Massa podrá despegarse endilgando la responsabilidad a Guzmán y Batakis. Pero en agosto será "made in Tigre". Las trabas para las importaciones y la escasez de productos activan además la suba de precios. Todo es monetario. La inflación es 8%, pero el dólar oficial se mueve al 5%.

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Hoy se hará una devolución simbólica de $10.000 millones al BCRA desde el Tesoro para intentar mostrar que no se desea emisión de pesos. Pero ese monto es menor que el interés que devengan en un día las Leliq y los pases. La Casa de la Moneda aún funciona al 100% de su capacidad instalada.

El relevamiento de expectativas del mercado que realiza el BCRA mostró una inflación estimada superior al 90% en el 2022. En sólo un mes, creció ese pronóstico en 14 puntos porcentuales. Olfatean analistas algún salto cambiario antes de fin de año. ¿Corregirán el tipo de cambio oficial de manera ordenada, con un plan detrás? ¿Será impulsado por el mercado? Por ahora insistirán con un dólar especial para cada sector. Bienvenida la "alta estanflación".

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