Muchas veces damos por sentados ciertos gestos de seguridad que acompañan nuestra vida cotidiana. Cuando compramos una casa, cuando otorgamos un poder, cuando dejamos constancia de nuestra voluntad en un testamento, siempre aparece la figura del notariado. Y no es casualidad: el notariado está allí para brindarnos confianza.

Su misión trasciende el acto formal de la firma. Se trata de garantizar que lo que se acuerda sea verdadero, que las partes comprendan con claridad lo que están haciendo y que todo se ajuste a la ley. Esa intervención silenciosa evita conflictos, protege a los más vulnerables y otorga tranquilidad a todas las personas involucradas.

En tiempos en que la incertidumbre y la desconfianza parecen multiplicarse, la seguridad jurídica que ofrece el notariado adquiere un valor incalculable. Allí donde otros sistemas generan dudas o inseguridad, la fe pública notarial aporta certeza y permanencia. En cada documento certificado, en cada contrato validado, se refuerza el compromiso con un orden social basado en la legalidad, la previsibilidad y la confianza mutua.

El notariado es un puente de confianza. Gracias a su labor discreta, pero esencial, las personas pueden proyectar su vida, planificar su futuro y dejar a salvo sus derechos. Esta función, que en apariencia puede parecer rutinaria, constituye en realidad un resguardo fundamental para el tejido social. Sin esa garantía, la vida diaria se vería expuesta a la inseguridad jurídica, a la fragilidad de los compromisos y a la desprotección de quienes más lo necesitan.

El Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires asume este compromiso con responsabilidad y mirada de futuro. Sabemos que la función notarial no puede permanecer inmóvil ante los cambios sociales, tecnológicos y económicos. Por eso, invertimos en capacitación, en innovación y en herramientas que permitan sostener este puente de confianza en un mundo que cambia con velocidad, pero que sigue requiriendo certezas firmes.

Este 2 de octubre, día internacional del notariado, reconocer y valorar esta tarea no es solamente un acto de justicia, es también una manera de reafirmar nuestro compromiso como sociedad con instituciones que aseguran el respeto de los derechos y fortalecen la paz social. Porque esta última no se construye únicamente con grandes discursos, sino con la presencia cotidiana de instituciones firmes que cuidan cada detalle de nuestra convivencia.

En definitiva, el notariado sigue siendo uno de los pilares más sólidos sobre los que podemos apoyarnos en tiempos de cambio. Su fuerza radica en la confianza que inspira, en la transparencia que aporta y en la certeza que transmite. Por eso, recordar y valorar su tarea es también apostar a un futuro más seguro, más estable y más justo para todos.