El 18 Brumario de Boris Johnson

El domingo pasado, después de casi una semana internado por cuidados intensivos por complicaciones relacionadas con el coronavirus, Boris Johnson, primer ministro británico, fue dado de alta y difundió un mensaje a la población británica. Afirmó que, sin lugar a dudas, estaba vivo gracias al esfuerzo y capacidad del Sistema Nacional de Salud de su país al que agradeció sistemática y fervientemente. Acto seguido, exteriorizó una llamada a la unión de sus compatriotas en la guerra con ese enemigo ‘desconocido’ que vencerán.

Aunque no es un tío suyo, ni siquiera familiar de rango alguno, Johnson construyó su reciente ascenso político sobre la memoria de quien por medio de la BBC en 2002 fue elegido como el más grande británico de la historia por sus compatriotas: Winston Churchill. Ante la pandemia del coronavirus, Johnson ha reforzado su discurso de bravura bélica en un intento de emular el liderazgo de ‘sangre, sudor y lágrimas’ de Churchill durante la segunda guerra mundial.

Ishaan Tharoor en el Washington Post expone la fragilidad de esa pose de Johnson. Según la opinión de expertos en salud pública, la tasa de mortalidad de Gran Bretaña parece encaminarse a ser la más alta de Europa habiendo superado 12.000 casos. Su situación resulta patética cuando se la compara con la de Alemania: habiendo comunicado simultáneamente ambos gobiernos su primer caso, Alemania con un población superior en 15 millones de personas sufrió casi 3.500 muertes, y lleva efectuado más de 1.3 millones de pruebas y una estrategia de seguimiento de contactos—mientras que el Reino Unido ha llevado a cabo menos de 335,000 pruebas y casi ha dejado de intentar rastrear agresivamente los contactos. Mientras Alemania tiene 42 muertes por millón de habitantes, el Reino Unido tiene 178.

Esta gran diferencia no se debe fundamentalmente a una cuestión de capacidad o de eficiencia. Ante todo explaya visiones opuestas de sociedad de cada gobierno. A mediados de marzo, con la situación de Italia ya siendo dramática y la de España agravándose velozmente, Johnson despreocupadamente justificaba su estrategia laxa bajo la cual gran parte de la sociedad continuaría sus actividades normalmente, instando básicamente a ancianos que permanecieran en sus hogares. La visión de Johnson de rebaño buscaba la "inmunidad colectiva" promoviendo que los grupos menos vulnerables contraigan la enfermedad y se volvieran inmunes. Johnson llegó a expresar que habría que acostumbrarse a perder algunos seres queridos. Ante la disparada de casos y muertes, Johnson debió bruscamente retroceder y adoptar la estrategia de aislamiento social en cuanto surgían proyecciones de que habría cientos de miles de muertes en caso de seguir en la política que estaba.

Por su parte, el 11 de marzo Angela Merkel, canciller alemana, advirtió que entre 60 y 70 por ciento de su país podría contraer el virus. Una semana después hablándoles a sus compatriotas para explicar el por qué de la estrategia de confinamiento sostuvo que los internados por coronavirus “no son solo números abstractos en una estadística, sino un padre o abuelo, una madre o una abuela, un compañero. Son personas Y somos una comunidad en la que cada vida y cada persona son importantes . No obstante, en ese momento, agregó: “en primer lugar, me dirijo a todos aquellos que trabajan como médicos, enfermeras, personal o cualquier otra función en nuestros hospitales y en el sistema de salud en general. Ellos son la primera línea de esta batalla. Son los primeros en comprender la enfermedad y la gravedad de algunos cursos de infección. Y todos los días van a trabajar y están allí para la gente. Lo que hacen es tremendo y quiero agradecerles desde el fondo de mi corazón por ello .

El discurso de guerra adoptado por Johnson en busca de una comunión social frente al ‘enemigo’ se sustenta pobremente en quien no refuerza los lazos entre las personas. Como el gobernante expresa la visión de esa sociedad, mientras los alemanes se resguardaban en sus casas, los británicos ‘aprovechaban’ los días soleados llenando playas, parques y otras zonas de paseo público – lo que generó el término “covidiota , incluso siendo difundido en la prensa del país. De hecho, este comportamiento continuó incluso después que el propio Johnson desesperadamente llamaba a la población a confinarse.

En cambio, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier desestimó que se tratara de una guerra porque “no enfrenta naciones contra naciones, ni soldados contra soldados. Más bien, es una prueba de nuestra humanidad". Merkel también se había expresado de esa manera al afirmar que la epidemia muestra cómo somos vulnerables y dependientes del comportamiento de los más vulnerables, aunque también “cómo podemos protegernos y fortalecernos mutuamente actuando juntos .

Como afirma Tharoor, Johnson se construyó políticamente a sí mismo invocando el espíritu del Blitz y la testaruda voluntad de su ícono Winston Churchill.  En su libro The Churchill Factor de 2014 Johnson glorificaba las cualidades del hombre que en su opinión había salvado ‘nuestra civilización’ dejando en claro un paralelismo con sí mismo. Johnson pudo poner en práctica su aspiración presentándose como fundamento de la recuperación de la marchitada gloria británica, porque emergió no para sobreponerse al embate del coronavirus, sino como líder resoluto para conseguir el Brexit.

Johnson en su mensaje luego de recuperarse, después de reposicionarse como Churchill en la pelea contra un enemigo que no elegimos, valoró el Sistema Nacional de Salud, ‘corazón latiente de nuestro país’. Pero agradeció particularmente a dos enfermeros que le salvaron la vida, cuidándolo sin parar 48 horas: Jenny de Nueva Zelandia, y Luis de Portugal… poco más de dos meses después de haber conseguido el Brexit.

“Los hombres ocasionalmente tropiezan con la verdad, pero la mayoría se levanta y rápidamente sigue como si nada hubiera pasado , dijo Churchill.

           

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