Dólar y tasas desafiaron al pronóstico: la duda es si se ajustarán las expectativas

Dos meses atrás, Luis Caputo enfrentaba la tormenta cambiaria con todas las herramientas que tenía a mano el BCRA. Había lanzado su plan de desarme de Lebac, y todos los días ponía reservas sobre la mesa para tratar de contener una suba que no tenía freno. Pero en los últimos días de agosto, la divisa saltó casi 20%. La cotización, que orillaba los $ 32, llegó sin problema a los $ 38. El sacudón impactó rápidamente en los precios, convirtiendo a septiembre en un mes de suba inusual, la variación más alta.

En ese clima de incertidumbre, las empresas moldearon sus expectativas de actividad del último trimestre. Ayer, dos semanas después de que Guido Sandleris anunciara nuevas reglas monetarias, la cotización mayorista perforó los $ 36 y se acerca rápidamente al piso de la zona de no intervención. Hay consenso entre los analistas de que cuando aparezca un poco más de oferta de divisas, en un mercado que no necesita operar más de u$s 500 millones diarios, la presión a la baja será aún más fuerte. El Tesoro tendría que recibir, en algún momento de acá a fin de mes, el desembolso actualizado del FMI. Eso sucederá una vez que el directorio apruebe formalmente el acuerdo. También corresponde esperar una mayor liquidación de los exportadores: a medida que el precio del dólar se reduce, el incentivo a retener materia prima se desinfla.

El mercado esperaba para esta época una tasa de interés de referencia menor a la que decidió aplicar el BCRA (72% contra 65% promedio en Leliq). Y a la vez todos apostaban, según el REM, a un tipo de cambio nominal superior a $ 40. La brecha con los valores actuales no es menor. La pregunta es si consultores y empresas ajustarán del mismo modo sus expectativas sobre la inflación que viene.

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