Dólar, inflación y cloacas: ¿y si la dinámica lleva a un Vidal-Lavagna?

Como si fuese una rejilla que se traga cada vez más aceleradamente el agua, el economista y periodista Dardo Gasparré plantó esta semana en el diario "El Observador" de Montevideo una figura que le cae como anillo al dedo al actual deterioro de la realidad argentina: "cuando la espiral se hace remolino, el desenlace ocurre a la velocidad de la luz". En un análisis sobre ciertos paralelismos que se observan entre las dificultades económicas que viven la Argentina y Uruguay, el autor expuso de esa forma la dinámica de celeridad creciente que suelen tomar las crisis, a las que por acción u omisión por estos días casi todos alientan en este lado del Rio de la Plata.

La imagen, expresada en dicho artículo por quien fuera director de El Cronista, describe con singular crudeza un fenómeno que está comenzando a corporizarse en la Argentina, ya que la catarata de acontecimientos económicos, políticos y judiciales que impactan de lleno en el tobogán anímico que vive la sociedad, han tomado una aceleración tal que, de a poco, se puede tornar inmanejable. Para peor, como los efectos de la crisis se barren constantemente debajo de la alfombra o bien porque no hay materia gris o liderazgo entre la clase dirigente para ponérsela al hombro, no aparece hasta ahora nadie con ideas ni siquiera para ralentizarla.

Más allá de respiros ocasionales, la situación es bien clara en el día a día, ya que los que gobiernan van y vienen como bola sin manija, explican poco y mal, no salen a retrucar y dejan flancos abiertos para todo tipo de interpretaciones, muchas efectuadas por opinadores de ocasión/operadores que las vuelcan en cuanto medio les brinda algún espacio, mientras que los que se oponen al Gobierno de modo más formal parecen apostar a que cuanto peor, mejor, despistes todos ellos que no hacen otra cosa que acumular fatiga en buena parte de la sociedad.

La pregunta relevante es si más allá de los sondeos de opinión de imagen o de las encuestas sobre el futuro individual o familiar (ingresos, trabajo, consumo de bienes durables, etc.), que miden las cuestiones en números, alguien en el Gobierno se ha tomado el trabajo de chequear el factor aceleración y la variación de su velocidad en función de las expectativas, algo crucial para saber cómo manejar los tiempos. No es algo totalmente científico, como en la física, porque en esta ecuación entran imprevisibles factores humanos, pero tal como las personas pueden hacer un alto en sus necesidades, broncas o ansiedades y moderar el ritmo de desgaste, también pueden ser determinantes para acelerar el efecto dominó "a la velocidad de la luz".

En este sentido, otra pregunta a sumar es saber hasta dónde los factores económicos son los únicos que pueden mover la aguja para uno u otro lado. Para el Gobierno, está claro en que confía en que la gente llegue a agosto/octubre con una mejor sensación en el bolsillo y sin ganas de repetir ciertas experiencias del pasado, como por ejemplo el esquema económico kirchnerista, la falta de transparencia gubernamental o el camino hacia una Justicia adicta.

Dicho de otra forma, se aspira a que recién cuatro años más tarde los votantes adjudiquen la situación a los lastres que dejó la herencia recibida y apuesten por ratificar la parte institucional del modelo, incluido un premio por el combate constante contra la inseguridad o por la ejecución de obras públicas.

En tanto, con gradaciones, algunos opositores suponen que el presidente Mauricio Macri representa el eje del mal y que todo acercamiento con el Fondo Monetario resulta nefasto, mientras que otros creen de verdad que el viejo esquema de protección arancelaria, sustitución de importaciones y mercado interno con tasas negativas podría funcionar nuevamente. Por último, los más radicalizados sueñan con una Constitución diferente y le adjudican a la Justicia de hoy, por acomodaticia, los mismos males de antaño. En cada una de estas situaciones está presente la puja por imponer una forma de gobierno desde 2019 en adelante y en el fondo de esta pelea está la génesis de la actual velocidad de deterioro.

Al respecto, pueden considerarse varios factores y el primero es la moneda, a partir de la rosca que se arma alrededor del sistema bimonetario de hecho que existe en la Argentina (sin prestamista de última instancia) y el grado de nerviosismo que le pone a la sociedad la suba del dólar, tanto que le da ganas de seguir dolarizando carteras de aquí a las elecciones. En este punto, la velocidad de compra será determinante y se confía en morigerarla con los dólares del FMI y los del agro. Lo paradójico del asunto es que quienes adquieren dólares para cubrirse quizás lo hacen porque sienten temor ante un nuevo gobierno de Cristina Fernández (cepo incluido), aunque lo único que están haciendo hoy es limar más a Macri.

Como la inflacion en la Argentina se mueve al compás de la divisa, el principal problema de todo esto es el traslado de esas expectativas a los precios, suba alimentada también por las correcciones que el propio Gobierno hace sobre las tarifas para cuidar el déficit cero. Desde la posibilidad de controlar las subas es notorio que el Banco Central carece de poder de fuego para limar las volatilidades del día a día y que ante la intransigencia del FMI, dispone de un solo instrumento a mano, la tasa de interés o la posibilidad (como ocurrió ayer) de darle a los bancos herramientas para mejorarle los rendimientos a los depositantes.

Para mal de las autoridades, el actual esquema del día a día cambiario está exacerbado por algunos medios no profesionales que, aún a riesgo de hacerle perder dinero a su audiencia, suelen confundir récords nominales con porcentajes devaluatorios o carecen de información sobre situaciones globales o volúmenes de negociación, mientras que no conocen cómo se forma la tasa de interés, ignoran el fenómeno de la manta corta y repiten como loros una verdad de Perogrullo, que con tasas de este calibre no se puede producir. Lo más grave es que algunos políticos y economistas de la oposición, casi como regodeándose con la situación dicen lo mismo, aunque se cuidan muy bien ellos de explicar cómo salir de la trampa, mientras se relamen con las subas y algunos hasta se animan a pedir cambios de ministros.

Otra situación que se observa también como desacompasada es la acción de una parte del Congreso, factor de incertidumbre desde ya porque, por ejemplo, desde Diputados el peronismo unido pretende avanzar en leyes que pongan al Gobierno entre la espada y la pared, como anularle los aumentos tarifarios, por ejemplo. En paralelo, está el fallo de la Corte sobre el no cobro de impuesto a las Ganancias a los jubilados que más ganan, para lo cual ya hay un proyecto que se pretende tratar en la misma sesión especial.

Como el oficialismo tiene fisurado el timón legislativo hoy depende esencialmente de la buena voluntad y el olfato político de algunos peronistas y, al respecto, quienes no parecen por ahora sumarse a la movida de los diputados son los senadores, por lo cual es más que posible que esta Ley pedida por el Alto Tribunal quede para el año próximo. Con mayor reflexión, en la Cámara Alta que domina el peronismo de Miguel Ángel Picheto no se quiere avanzar demasiado este año ni en éste ni en otros temas sensibles, aunque por un motivo más bien práctico: "¿quién quiere legislar algo ahora? ¿Y si somos gobierno y te pegás un tiro en el pie?" se interrogaba un pícaro legislador.

Desde lo institucional lo más delicado que viene creciendo a tambor batiente es la situación judicial mezclada con el submundo de los espías, en episodios del hedor de una cloaca, con declaraciones más que contundentes del ex contador del matrimonio Kirchner, Víctor Manzanares, quien ha puesto arriba de la mesa un montón de irregularidades. El caso Cristina se emparenta con el de su hija Florencia quien, en términos de su mayoría de edad fue accionista y directora de la empresa familiar y podría quedar al borde de la condena. Allí, la estrategia de ha dividido en dos y ya que Florencia no tiene fueros probablemente permanezca en Cuba casi en tren de víctima, mientras en la Argentina se compara esa situación tan grave con la que provocó el falso espía Marcelo D'Alessio, a partir de su relación con el fiscal Carlos Stornelli.

El funcionario judicial encargado de investigar el caso de los cuadernos está siendo requerido y éste se niega a presentarse, por el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, a quien se sindica como un kirchnerista de ley, por haber usado supuestamente a D'Alessio para investigar –entre otras cosas- a un novio de su ex esposa. La gravedad del asunto está dada en que un fiscal haya sido parte del entramado de investigaciones paralelas de inteligencia y este elemento es usado por quienes dicen que, en línea con la decisión de Stornelli de no concurrir al juzgado de Ramos Padilla, Florencia debería quedarse en Cuba. Una vez más el kirchnerismo busca poner ante la opinión pública a todos en la misma bolsa y en su imaginación pretende calcar situaciones que deterioren más al actual gobierno.

A todos estos jaques simultáneos que padece el Gobierno desde varios flancos se le suma la propia interna de Cambiemos, con radicales ofendidos por no tener cargos y con otros rupturistas porque consideran que la alianza se terminó. El mismo Macri ha tenido actitudes que lo mostraron belicoso desde el discurso, que algunos emparentan con la necesidad de mostrar liderazgo y otros lo atribuyen a la fatiga del poder, mientras los optimistas más cercanos ven en las declaraciones del Presidente una ratificación permanente del rumbo.

Para cerrar el panorama actual hay que anotar en la mesa de arena de los mercados una alternativa a la que puede llevar la velocidad de desplazamiento que se vive en cada uno de estos temas aunque, al decir de un consultor, "mirar este escenario a esta altura puede derivar en conclusiones de dudosa utilidad". La hipótesis dice que si Cristina y Macri, arrastrados al remolino por los motivos que fueren, deciden no presentarse, eso implicaría que María Eugenia Vidal y Roberto Lavagna quizás podrían llegar a enfrentarse en un balotaje. La Consultora Query, que orienta Gustavo Marangoni, tiene medido ese versus a hoy y en el mano a mano le da 0,4% arriba a la gobernadora. Eso sí, con más de 35 por ciento de "no sabe no contesta". Falta mucho, es verdad, pero la dinámica es impredecible y los desenlaces fatalmente ocurren.

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