Deuda: con solo 72 horas para cerrar un acuerdo, ya se piensa en un default corto

Según una predicción de la teoría especial de la relatividad, formulada por Albert Einstein, el tiempo transcurre más lento para un objeto en movimiento que para uno que se encuentra fijo. Dicho de otra manera, la "dilatación del tiempo", comprobada con precisión hace seis años por un equipo científico de la universidad alemana de Darmstadt, solo es posible en acción.

Y cuando la urgencia apremia es el momento en el que más se necesita avanzar con celeridad para encontrar la respuesta adecuada. En el campo sanitario, la rápida adopción de medidas para paliar la propagación del coronavirus permitieron achatar la curva de contagios en el país y, así, ganar tiempo para afrontar la emergencia. En materia económica, la inacción generó, precisamente, el efecto contrario. Y hoy, cuando la recesión se agudiza y el default asoma en el horizonte, las hojas del calendario parecen caer más rápidamente.

A falta de un acelerador de partículas que ayude a ganar tiempo, la Argentina deberá resolver en las próximas 72 horas una instancia clave para definir cuál será el futuro de su economía en los próximos años. Y es que si bien la cuenta regresiva culminará recién el próximo viernes, por cuestiones técnicas y políticas al país le quedan apenas tres días para alcanzar un acuerdo con los bonistas y evitar una costosa cesación de pagos de la deuda externa.

Con las tres contrapropuestas presentadas por grupos de acreedores en sus manos, el Gobierno deberá tener el acuerdo cerrado el jueves a la mañana. De lo contrario, tendrá que girar por la noche más de u$s 500 millones a los bonistas en concepto de intereses por títulos impagos para que se acrediten este viernes y, de esa manera, evitar el default. Si da este último paso, podrá estirar el plazo para seguir negociando, aunque hoy el ministro de Economía, Martín Guzmán, no parece estar muy dispuesto a tomar ese camino.

La complejidad del escenario hace prever que una resolución demorará más de lo conveniente, dado que hay una gran cantidad de títulos involucrados en la operación y diferentes tipos de bonistas, algunos más preocupados por los emitidos durante la gestión kirchnerista y otros por los de la administración macrista. Y con diferentes pretensiones en cuanto a valores, tasas y plazos para el cobro. Alcanzar un punto de encuentro pronto será un desafío para un ministro que asumió su cargo con esa tarea como imperativa, tal como lo señaló el propio presidente Alberto Fernández cuando definió su gabinete.

Por ello, la alternativa que los especialistas ven más cercana, es la posibilidad de ir a un "default corto". Es decir, una cesación que dure solo unas semanas, lapso suficiente para que se puedan cerrar todas las negociaciones, a condición de evitar el capítulo judicial para que ninguno de los involucrados solicite una aceleración del pago de bonos. Y, sobre todo, de alcanzar un acuerdo definitivo que permita establecer las bases para que la Argentina avance y no caiga en la repetición de errores que, desde hace muchos años, la mantienen detenida en el tiempo.

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