Cuando los Millennials no somos tan revolucionarios

Dicen que somos la generación del cambio, pero… ¿Lo somos? Hoy voy a atacar eso que tanto veneramos como Millennials: nuestro ego. Porque nos creemos muy revolucionarios gracias a que a un par de nuestra generación se le ocurrieron ideas como Facebook, Netflix o Dropbox. Pero muchos, y de los muy básicos, problemas del mercado siguen utilizando soluciones arcaicas de los X e incluso algunas made-by-boomers.

Hablame del cheque diferido como la herramienta más poderosa de pago a proveedores. Hemos desarrollado Home-Banking incluso app-mobile de bancos, los X habían creado los cajeros automáticos. Pero ninguna de las dos generaciones pudo derribar aún a ese maravilloso papel que promete un pago a fecha cierta con tan solo el aval de la firma del responsable de la cuenta bancaria.

Ese mismo que puede ser endosado, depositado, cruzado, enmendado, recuperado, anulado. Y a pesar de estar atado a los saldos bancarios, o sea que su seguridad de pago es eventualmente efímera aunque judicialmente válida, todos preferimos ese papel a cualquier invento Millennials, si es que los hay, porque hasta ahora el mercado PyME no se enteró de ninguno.

Hablame del efectivo, al que ni las tarjetas de créditos made-by-x ni los Bit-Coin made-by-Millennials pueden desterrar. Porque al menos en lo que me toca manejar a mí, rubro de comercio minorista, más del 50% de las transacciones se hacen con billete. Porque quién quiere pagar con un instrumento que te cobra extras por todo, que te hace demorar 3 minutos más en la cola (créeme, 3 minutos en la cola puede ser terrible) y que después puede aparecerte con cargos extras y el reclamo dura meses en ser devuelto (si contás con esa gracia divina del señor). Si la tarjeta de crédito no nos convence, imagínate un sistema virtual de encriptación basado en ninguna economía real y que solo sirve para algunas cuentas de Amazon, ese tampoco suena muy útil ni siquiera para ahorrar, por ahora.

 

 

 

Hablame también de la firma a lapicera validada por escribano (señor que mira como uno firma y asegura haberlo visto, increíble invento de la prehistoria comercial). Costoso, burocrático y complejo, al margen de que abierto al fraude. El Ticket fiscal, otro gran enemigo de los valores Millennials (me refiero al valor de la ecología) pero que todavía no tiene una solución definitiva.

En síntesis, nos pusimos el mote de revolucionarios pero la sociedad todavía se maneja como antaño, al menos en el mundo PyME, donde reconozco que las actualizaciones suelen llegar con demoras.

Pero enfocar esto en el exacerbado egocentrismo de los Millennials es minimizar el potencial de una nueva generación. Porque es justamente el egoísmo que nos identifica el que nos enfrasca en solucionar nuestros problemas urgentes e inmediatos, que al no estar alineados con el mercado PyME, este puede verlos como espurios o de poco valor.

Pero miremos del lado positivo… Cuando tuvimos la necesidad de mejorar la comunicación a distancia trajimos el Iphone, para comerciar entre nosotros sin intermediarios de los comerciantes adoptamos MercadoLibre, para no depender de los caprichos taxistas contratamos Uber.

El drama del Millennials no está alineado con las necesidades del mercado, he ahí la cuestión. Pero cuando esta generación tenga que completar un cheque, esperar que venga un escribano para firmar un contrato (sí, con lapicera y sello de goma), contar billetes para ir a depositarlos a un banco (con miedo a que algo pueda pasarte)… Recién ahí vamos a ver el potencial de esta generación para imponer cambios en la sociedad, cambios que queden, cambios que mejoren y potencien.

Quizás esto se deba a otra de las grandes hipótesis del Millennialismo: la falta de maduración, a la que yo prefiero denominar aumento de la edad productiva. Porque aún siendo casi-adultos, los problemas propios de ese grupo etáreo nos siguen siendo ajenos, simplemente porque ellos se siguen haciendo cargo, he aquí el aumento de la edad productiva como explicación más adecuada del problema.

Pero no faltará demasiado para que el destino y el orden natural nos obligue a  hacernos cargo de lo que por ahora zafamos y tengamos que imponer nuestra impronta, la famosa/criticada impronta del cambio.

Falta, pero falta poco. Aunque ojo, las modificaciones las vamos a ver en las formas, no en los fundamentos del sistema que ya están probados, ni en las necesidades básicas del ser humano que no van a cambiar en tanto su biología se mantenga.

Si esta generación llegó para algo es para mejorar lo establecido. Revolveremos un poco el agua para que nuestro rostro se refleje mejor, pero el rostro y el agua van a ser los mismos y se van a reflejar por las mismas propiedades físicas de luz y sombras. No llegamos para cambiar nada, llegamos para mejorarlo.

Hacen falta quiebres sociales mucho más profundos para ver cómo una sociedad cambia el status quo profundo.

No me considero un paria-Millennials, sino uno que se adelantó unos años y necesita que sus colegas vengan a su rescate, porque la verdad estoy más desesperado por ver los cambios en las formas que traerán los Millennials que esperanzado de esos cambios. Necesito que eso llegue, necesito despedir al costoso, complejo y burocrático mundo de los X y al obsoleto mundo Boomer. Ya va a llegar Facu, tranquilo, ya va a llegar.

Pd: No quiero herir ninguna susceptibilidad a las profesiones a las cuales trato de costosas o complejas, solo que algunas cuestiones necesarias para el presente actual, en un futuro podrían resultar obsoletas y verlas desde ese futuro inexistente puede desvirtuar el mensaje. Sepan entender.

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