Felipe González supo reirse de sí mismo cuando con aquella ingeniosa frase de su autoría resumió el trago amargo que significaba despedirse del poder, tras más de 13 años al frente de La Moncloa. A poco de dejar la jefatura del gobierno español, comparó la suerte de los ex presidentes y se incluía a él mismo con la figura de un costoso jarrón chino en una casa pequeña: nadie sabe bien dónde ponerlo ya que en cualquier espacio que ocupe resultará visible y, a la vez, una molestia capaz de obstruir el paso.

La ocurrencia del español universalizada con el tiempo en los corrillos políticos de toda democracia que se precie resume de algún modo el estado anímico que por estas horas debe embargar a la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, quien el 10 de diciembre indefectiblemente dejará la Casa Rosada con una alta imagen en la consideración pública para irse... ¿a su casa?

Las especulaciones sobre el futuro de la mandataria no son pocas y el misterio crece, más aún después de que el kirchnerismo hiciera una nueva demostración de su asombrosa capacidad para buscar retener el poder al colocar a Carlos Zannini apodado El Chino, pero no precisamente por la analogía con el jarrón sino por su pasado maoísta como compañero de fórmula de Daniel Scioli para las presidenciales de octubre.

Cuentan algunos sciolistas aunque hay versiones encontradas en las huestes del gobernador y tal vez nunca sepamos la verdad que CFK le prometió al ex motonauta un "borrón y cuenta nueva" en la tensa relación que ambos mantienen desde siempre cuando, en Olivos, al filo del cierre de las listas, Scioli se atrevió a ensayar una tibia objeción a la imposición de su Vice.

Ese "borrón y cuenta nueva" implicaría, aseguran, la promesa de no entrometerse en sus decisiones ni en el armado de su Gabinete, aunque es difícil imaginar al fiel Zannini dándole otra impronta a su Vicepresidencia que no sea la de cuidar el legado de la Jefa controlando todos y cada uno de los movimientos de Scioli en la Rosada.

Tarea similar llevarían adelante desde el Congreso su hijo Máximo y los futuros diputados Axel Kicillof y Wado de Pedro, defensores a ultranza del "proyecto" que, el kirchnerismo duro, asegura, llegó para quedarse.

El flanco judicial de Cristina quizá el más débil, a juzgar por las causas que la acechan también estaría cubierto por los jueces y fiscales colocados estratégicamente por el kirchnerismo como parte de su plan de retirada (en esa clave debe leerse el desplazamiento de la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal del juez Luis María Cabral cuando debía fallar en el amparo por la inconstitucionalidad del memorándum con Irán), aunque hay que decir que la fidelidad de los magistrados federales siempre hábiles para olfatear el cambio de manos del poder, está por verse.

Ahora, si Cristina cumplirá o no con la palabra empeñada a Scioli según esta versión de una supuesta promesa de no inmiscuirse en los asuntos de su Gobierno se verá con el tiempo, ya con Scioli en la Presidencia, si es que Mauricio Macri no logra arrebatarle el triunfo en octubre, claro.

La pregunta es qué hará Cristina para darle "aire y espacio" al gobernador, si esa es su verdadera intención. ¿Se alejará del centro de la escena política, ya sea instalada en su casa de El Calafate y dedicada a sus nietos, o bien recalará en algún destino exterior que le dé prestigio internacional (aunque esté peleada con el mundo, siempre a la Presidenta se la vio muy a gusto codeándose con líderes internacionales e, incluso, no se privó de intentar "darles cátedra" sobre las bondades del modelo argentino).

¿O Scioli se verá obligado a convivir con el "jarrón chino" durante todo su mandato presidencial? La cúspide del poder no suele ser compartida, convengamos. Y un jarrón chino en un espacio reducido siempre llamará la atención. El problema es que si Scioli se decidiera a quitarlo, tampoco sería gratuito ni la movida pasaría desapercibida.

El dilema no es nuevo... ¿O acaso el ex presidente Eduardo Duhalde no cohabitó con Néstor Kirchner en esas condiciones en los primeros años del mandato del santacruceño hasta que éste se convenció de que ese jarrón era demasiado visible como para obturarle el paso y se decidió a removerlo? La pelea de poder que sobrevino es historia conocida…

Habrá que ver si la dupla Scioli-Cristina tiene un final parecido u otro un poco menos cruento.