ENFOQUE

Contrabando, una de las causas del lavado de dinero

El vínculo entre el contrabando y el fraude fiscal con el lavado de activos en nuestro país fue acreditado por las autoridades argentinas ante el Grupo de Acción Financiera en todos los ejercicios de evaluación mutua realizados hasta el presente. Así, la Argentina considera al contrabando y los delitos fiscales -junto al narcotráfico y la corrupción- como las principales actividades productoras del dinero ilícito que luego se legitima en nuestro orden económico-financiero haciéndolo aparecer como producido lícitamente.

Sin embargo, el nivel de abstracción y generalidad de los informes producidos por este organismo transnacional no permite cuantificar ni medir el verdadero impacto que el dinero espurio de los contrabandistas y evasores produce en nuestra vida institucional.

Por ello, la tarea a emprender es focalizar el análisis de algunas formas delictivas típicas del contrabando y el fraude fiscal que, por sus características, permitan descubrir más fácilmente las consecuencias que producen. Este es el caso del comercio ilícito de cigarrillos, una actividad que no siempre es percibida como un delito, pero que, en realidad constituye el nodo visible de una red delictiva profundamente enraizada en nuestra sociedad.

El cruce de información producida por distintas fuentes abiertas, entre las que se destaca el trabajo del Instituto Brasileño de Ética Competitiva, permite afirmar que en Paraguay se producen anualmente entre 60 y 70 mil millones de cigarrillos, de los cuales el excedente del mercado de consumo local (de cerca de 2,5 y 3 mil millones de cigarrillos) termina en manos de agrupamientos criminales regionales.

A ello debe sumarse el hecho de que, en este país, el impuesto que pagan los cigarrillos es del 18%, frente a cerca del 80% en los países vecinos, lo que marca una notable asimetría impositiva que favorece este tipo de comercio ilícito.

Se puede estimar que los cigarrillos producidos en Paraguay que son sometidos a prácticas de contrabando y falsificación marcaria impactan en cerca del 7% del mercado de consumo argentino, lo que se suma a otro 7% de cigarrillos ilegales fabricados en el país. Lo cierto es que esta actividad implica un negocio millonario. Se calcula que los 5,5 mil millones de cigarrillos de origen ilícito que se consumen anualmente aquí se traducen en más de 14 mil millones de pesos en el mismo período.

Además, las evidencias indican que toda esa ganancia contaminada es sometida a un proceso de reciclaje que, utilizando cuevas financieras, paraísos fiscales, empresas de fachada, transacciones en efectivo e inversión inmobiliaria, permite a los delincuentes su disponibilidad sin mayores consecuencias.

Tal cantidad de activos lavados no solo afecta al orden aduanero y fiscal, sino también al orden público en su conjunto ya que crea las condiciones adecuadas para que los contrabandistas y falsificadores sobornen a los funcionarios encargados de los controles, penetren las campañas políticas y fortalezcan las alianzas con otras formas de delincuencia organizada.

Considerando lo dicho, es posible concluir que una compresión más certera sobre los delitos aquí descriptos contribuye a trazar un mapa de riesgos más consistente sobre la actividad del lavado de activos que se desarrolla en la Argentina, abriendo una chance más concreta para que la lucha contra la criminalidad económico-financiera sea menos retórica y algo más efectiva.

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