Disyuntiva

¿Constitución o dolarización?

De dolarizarse la economía, como propone Javier Milei, las decisiones que constitucionalmente le corresponden al Congreso, pasarían a ser de la Reserva Federal. Se delegarían las facultades del Poder Legislativo a una potencia extranjera. Los peligros de impulsar una medida irreversible

En estos días, diversos economistas están discutiendo las ventajas o no de dolarizar la economía argentina al estilo Ecuador. Es importante no olvidar la opinión desde el derecho constitucional para evitar más costos o pérdida de tiempo

Principalmente, sabiendo que al menos un juez de la Corte Suprema ya dejó en claro su opinión sobre la inconstitucionalidad de adoptar una moneda extranjera como moneda nacional, además prestigiosos juristas coinciden con esa postura.

Nuestra Constitución Nacional le otorgó al Congreso Nacional la competencia en el régimen de la moneda (artículo 75 incisos 6, 11 y 19). Por ejemplo, permitiéndole establecer y reglamentar un banco federal con facultad de emitir moneda; hacer sellar moneda, fijar su valor y la obligación de defender su valor.

A lo largo de la historia, el "deber ser" del constituyente fue mutando en un "ser" bastante defectuoso. En la realidad, esas competencias fueron delegadas inconstitucionalmente a un Banco Central que terminó dependiendo del Poder Ejecutivo de turno. Y aquí una aclaración: no está mal que el Congreso pueda delegar esa competencia en un Banco Central (art. 75 inc. 6), sino que ese banco termine dependiendo en última instancia del Poder Ejecutivo, porque en los hechos se produce una delegación encubierta en materias no permitidas.

Mas allá de los históricos debates que existieron -y aún hoy existen- en torno al tema moneda, nuestros constituyentes tomaron una decisión concreta: la moneda nacional es uno de los atributos fundamentales del Estado argentino y es el Congreso, teniendo en cuenta la situación del mercado, quien debe fijar su valor. Esto fue debatido entre diferentes corrientes, algunas más liberales y otras más promotoras de la intervención estatal, pero nuestra Constitución tomó una decisión y hay que respetarla.

En el caso de la dolarización, entonces, tendríamos otro problema. No que deleguemos encubiertamente las atribuciones del Congreso en el Poder Ejecutivo, sino que la delegación sea a una entidad extranjera. Si nuestra moneda nacional se remplaza por el dólar estadounidense, las decisiones que constitucionalmente le corresponden al Congreso, pasarían a ser de la Reserva Federal

Es decir, estaríamos nuevamente delegando las facultades del Poder Legislativo en esta materia, pero ahora a una potencia extranjera. Esto es diferente a la convertibilidad, donde el dólar coexistía con una moneda nacional.

Otro punto no menor, es la presunta irreversibilidad de la dolarización. El candidato Javier Milei afirma que la irreversibilidad es lo mejor de la idea, con lo cual cabe preguntarse si es ético (ya ni siquiera constitucional) que con una mayoría simple del Congreso se tome una decisión sin vuelta atrás para las futuras generaciones de argentinos

Lo que correspondería, en todo caso, es proponer una reforma constitucional al respecto, pero ya que estamos se podría abocar, estrictamente, a garantizar la autonomía de un Banco Central.

¿Por qué nuestros constituyentes le dieron el poder al Congreso en el tema monetario? El constitucionalista Pablo Manili enumera cuatro motivos: la representatividad federal del Congreso (recordemos que la Cámara de Diputados representa al pueblo de la nación y la Cámara de Senadores a las provincias); la representatividad política (ya que hay juegos de mayorías y minorías, oposición y oficialismo); el mayor consenso democrático con que cuentan sus decisiones; y, por último, la renovación parcial de sus cámaras que tiende a producir políticas de largo plazo.

 "La dolarización puede ser un grito de bronca de un pueblo estafado", dice Fernández Arrojo.

La cuestión de la moneda, entonces, requiere fuertes consensos democráticos en el plan original. Esos consensos muchas veces fueron vistos como trabas o límites a los deseos del pueblo y sus mayorías circunstanciales. Esquivar las normas y delegar poder en los ejecutivos circunstanciales nos llevó a la situación actual. Obviando las instituciones como el Congreso los ciudadanos pierden poder y libertad.

Los consensos y procesos constitucionales, lejos de afectar la expresión democrática la potencian y la hacen mejor. Los límites constitucionales lejos de atar a la democracia nos permiten evitar que actuemos bajo un impulso repentino o pasión pasajera. Así la dolarización puede ser un grito de bronca de un pueblo estafado.

La estabilidad monetaria no se va a lograr violando la Constitución. Por el contrario: necesitamos instituciones fuertes, separación de poderes, independencia judicial, respeto a la propiedad privada, libertad de prensa y pluralismo político para tener una moneda fuerte y una economía próspera.

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