Cierra el año con récord de optimismo y entusiasmo entre empresas e inversores

Cierra el año con ánimo claramente optimista y entusiasta entre la mayoría de empresarios, inversores y hombres de negocios. A las puertas de las vacaciones, nadie quiere amargarse con proyecciones de largo plazo y sólo cabe ahora celebrar las buenas noticias que pueden contabilizar sobre la mesa política y económica del país.

"Disfrutemos el corto plazo", afirmaba el CEO de una automotriz ante el boom de ventas este año. "Ya sabemos que a mediano y largo plazo nada cierra y todo está en duda. Pero ganó Macri y perdió Cristina. Y apareció un plan para tratar de ir bajando el déficit. Tenemos un Presidente que todos los días habla de bajar el gasto y bajar la inflación. No es poco para celebrar a fin de año".

"A lo único que le tengo miedo es a la paciencia de los argentinos. A que no tengamos paciencia en el Circulo Rojo y no aprovechemos esta gran oportunidad que tenemos", comentaba el titular de HSBC en Argentina, Gabriel Martino, conversando con el periodismo esta semana.

Palabras y reflexiones que en general reflejan el ánimo del mundo económico con el Gobierno, más allá de los ruidos sectoriales por los aumentos de impuestos estas semanas, o las consecuencias que ya se saben y conocen derivadas del déficit fiscal que el Gobierno no puede reducir: más deuda, carry trade, atraso cambiario, tasas súper altas, impuestos y costos agobiantes para trabajar y producir.

Pese a las dificultades, el humor de los hombres de negocios es de lo más optimista que se recuerda en los últimos años para esta fecha. Basta recordar dónde estaba la situación política y económica un año atrás: los piqueteros amenazaban al Gobierno con incendiar el país por el ajuste, y las autoridades corrían temerosas a firmar lo que fuera (como lo hicieron) para evitar disturbios. El plan Helicóptero para voltear al presidente Macri estaba en su apogeo y como al jefe de Estado le va siempre mucho mejor en la calle que en el TV, muchos suponían que no podría ganar las elecciones de medio término, frente a tanto malestar social.

En verdad, tal vez para algo sirven las elecciones cada dos años. Si no hubiera existido el contundente triunfo del Gobierno y la derrota de Cristina en Buenos Aires, seguramente la calle seguiría enloquecida, los paros serían cada vez más salvajes y la legitimación de Macri y su modelo jamás llegaría.

También sirven las elecciones cada dos años para frenar las borracheras de poder. Gracias a la elección de 2013 se frenó el delirio de la Cristina eterna y los enormes delirios económicos y políticos que la ex jefa de Estado hubiera perpetrado sin el freno de las urnas en su contra.

Tampoco Macri hubiera podido alinear a los gobernadores del PJ y a los dirigentes sindicales como más/menos los tiene alineados ahora, prueba de lo cual va logrando los avances en la reforma impositiva y laboral. Ni hablar del comportamiento de los Jueces.

Los mercados financieros también anotaron ayer novedades tranquilizadoras. Por lo pronto, los inversores respiraron ayer con la recuperación de los papeles argentinos en Wall Street, después de un martes casi negro esta semana y cinco días consecutivos de bajas en la Bolsa. Es cierto que el Merval venía subiendo más de 60% en el año, y la toma de ganancias todos la anticipaban como lógica. Pero alivió la recuperación en las empresas energéticas luego de que se confirmó que no se postergan los aumentos anunciados en luz y gas para diciembre.

En particular, se reanimó el sistema con la recuperación ayer mayor a 4% en la acción del Banco Macro. Este papel venía siendo afectado en la Bolsa por versiones alrededor de la investigación judicial del caso Ciccone que, por ciertas que fueran, no deberían afectar ni la solvencia ni la operatoria de uno de los bancos privados más grandes del país.

Muy raro en cambio resultó el episodio que afecta a las compañías de seguros. En forma sorpresiva se supo el martes que habían sido informadas sobre restricciones a la compra de Lebacs, aparentemente porque el Ministerio de Finanzas quiere colocar más deuda en el mercado local, para que el plan financiero esté más equilibrado y no sea todo traer dólares con deuda de afuera. Llamó la atención que los técnicos del Banco Central ni estuvieran enterados del caso, pero fue el propio Federico Sturzenegger quien ayer salió a calmar ansiedades. Se colocó él como vocero del tema pese a que se trata de una decisión de Luis Caputo, y dijo que "a nadie se lo va a obligar a vender nada. Lo que se disponga será para el futuro".

La reacción del funcionario resultó oportuna. Muchos administradores de fondos del exterior tuvieron algún dolor de cabeza con sus casas matrices al trascender que otra vez la Argentina imponía reglas intervencionistas y a contramano del mercado. Nada que ver con lo actual, pero cabe recordar que en la era Cristina-Kicciloff, el Gobierno intentó pesificar de prepo los dólares que las compañías de seguros tenían en el exterior como reservas.

También ayudó la aclaración de Sturzeneger a despejar intrigas respecto de su situación en el Gobierno. Tiene pleno respaldo de Mauricio Macri y todo indica que es inamovible. Pero su accionar tan autónomo perturba a sus colegas de Gabinete económico, conflicto que también asoma, como ya trascendió en todos lados, con el titular de la AFIP, Alberto Abad

A propósito del jefe de la recaudación, quedó ayer fortalecida su posición con las decisiones judiciales, en particular la palabra de la Corte Suprema, a favor de no condonar ninguna deuda impositiva ni previsional al grupo empresario de Cristóbal López, e impedir que ese conglomerado se desguace merced a facilidades impositivas que otorgue el Gobierno para los eventuales nuevos compradores de esas empresas.

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