China: game over
La invasión rusa a Ucrania convirtió a Moscú en rehén de Beijing. Lo que China no vio es cuánto cambió el mundo y cómo en poco tiempo sus métodos pasaron a ser inaceptables.
La aventura de Putin en Ucrania cambió la actitud con los autoritarismos y ahora se tomó conciencia que no es gratis ser tolerante con las dictaduras. Así, China se quedó sin espacio para acumular más desaciertos.
Creer que se destrata a Filipinas igual que a Estados Unidos -y Occidente- fue un error estratégico que ya le costó un inexorable atraso tecnológico al gigante asiático. Con la ley CHIPS y las sanciones contra la exportación de semiconductores modernos a China, Washington condenó al país asiático a una demora que será cada vez más visible.
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China quedó bloqueada para comprar las últimas versiones y tampoco puede recibir máquinas para fabricarlos. Europa y Japón se unieron al embargo, entre otros.
Hoy, el sector de los semiconductores es el más dinámico del mundo. Las empresas líderes como NVIDIA, TSMC y ASML van a un futuro hiper acelerado del que China ya no es parte.
TSMC hace chips modernos, NVIDIA procesadores y ASML equipos de fabricación; todo quedó fuera de alcance y la pérdida del mercado chino no representó un impacto relevante en los negocios de estos tres gigantes, como ya veremos. Cabe destacar que estos proveedores son monopólicos en sus sectores, así, China perdió acceso a chips de inteligencia artificial y tampoco tiene capacidad para desarrollarlos.
Como adelantamos, la salida de China no impactó: las acciones de NVIDIA registraron la subida de un día más alta en la historia del mercado de capitales hace unos días, ante la expectativa por estos chips para inteligencia artificial. Entre tanto, China tuvo que intervenir en la Bolsa de valores para evitar el desplome de sus tecnológicas ante la acumulación de sanciones.
Y mientras la ciencia aplicada del mundo desarrollado se abre paso a velocidades ya inimaginables, China quedó empantanada en malas decisiones políticas.
Primero, la cuestión de Hong Kong fue una alarma en 2019. Y a eso se suman las tensiones con Taiwán, una isla autogobernada que China reclama como propia.
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Hong Kong era una economía pujante y alineada con Beijing. Tenía un alto grado de autonomía tras el acuerdo por el que dejó de ser colonia británica y volvió a China en 1997. Ese tratado dejó una hoja de ruta explícita para la expansión de libertades. Con el acceso de Xi Jinping al poder, este desconoció pactos y encarceló activistas, abogados y periodistas. Hoy, el territorio es una vidriera que muestra cómo China viola su propia palabra.
La consecuencia natural de la traición en Hong Kong es el desinterés de Taiwán en continuar intercambios con China para una posible reunificación. Y Beijing responde a ese desinterés con bloqueos militares y amenazas ante un concierto de naciones listas para defender a la isla democrática entre las que están Estados Unidos, Japón y Corea.
La amenaza nuclear rusa, el avasallamiento ucraniano y la inacción occidental
Estos errores se suman a otros que la opinión pública mundial dejó pasar hasta ahora, como las cuestiones de derechos humanos en Tíbet y Xinjiang, los hackeos a empresas y gobiernos, el espionaje industrial, y una larga lista de acusaciones sustanciadas.
La próxima protesta vendrá por el fentanilo. El gobierno chino permite que sus mafias lo exporten a EE.UU. en sociedad con los cárteles mexicanos. En 2022 esta droga mató a casi 110.000 estadounidenses, según datos oficiales. Ya hay voces en Washington que acusan a China de terrorismo. Cualquier observador razonable ve que estamos en la antesala de otro conflicto de máximo voltaje.
Con tantos errores no forzados, Xi Jinping cerrará el ciclo de desarrollo que abrió Deng Xiaoping en la década del ‘80. Y en este escenario, volviendo al máximo aliado de Xi, si Putin empleara un arma nuclear táctica ante los reveses ucranianos, el pánico derrumbará la economía mundial. Esto dejará a China atrapada en una inconveniente alianza política y sin comercio exterior. Por ende, el país asiático vería un declive tecnológico y un colapso económico.
El segundo escenario, el más probable, es si Xi pudiera disuadir a Putin para que no utilice armas nucleares tácticas. En este caso, el declive tecnológico se mantiene y su economía pasará lentamente a la irrelevancia. Así, el hombre en la cima del poder en Asia está sin opciones y sin aliados.
La realidad es que en ambos casos, el fin del 'milagro chino' es un hecho. Las cosas como son.
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