

Durante años hablamos de flexibilidad como una virtud para navegar los cambios, pero hoy sabemos que eso resulta insuficiente. La flexibilidad implicaba volver a un estado previo, como si existiera una normalidad a la que pudiéramos regresar. En un mundo que cambia sin pausa, lo que realmente necesitamos es plasticidad: la capacidad de adaptarnos de manera permanente y reinterpretar nuestra forma de trabajar en función de lo que viene, no de lo que fue.
En ese escenario, la seguridad trasciende los roles, los organigramas y las estructuras estables. La verdadera seguridad está en la capacidad de cada persona de cargar su mochila de empleabilidad: de sumar habilidades, de exponerse a experiencias nuevas, de aprender tecnologías emergentes, de entender el negocio desde ángulos diversos y de reinventarse tantas veces como el mundo lo requiera.
Ese es el espíritu que guía nuestra estrategia de desarrollo en Alsea. El punto de partida fue la escucha. Nuestros equipos nos dijeron que quieren aprender, moverse, desafiarse, explorar, experimentar. Que quieren ir más allá del rol que ocupan, y que valoran pertenecer a una organización que impulsa y acompaña ese crecimiento. El dato que más nos enorgullece —el 90% de las posiciones de liderazgo cubiertas con talento interno— confirma que cuando las personas encuentran oportunidades reales, eligen crecer con nosotros.
Con esa convicción impulsamos iniciativas que funcionan como verdaderos aceleradores de transformación, experiencias líquidas que rompen la idea de que el desarrollo ocurre solo en un aula o dentro de la descripción del puesto. Mentorías, células de trabajo, movilidad entre marcas y países y también, por supuesto, evaluaciones de potencial y planes de sucesión conforman un ecosistema que nos permite avanzar hacia un modelo de gestión por habilidades, donde lo que importa no es el área o el puesto de cada persona, sino lo que puede llegar a hacer.
En ese marco nació uno de nuestros últimos proyectos, Academia HR, un piloto pensado para nuestro equipo de Recursos Humanos, pero diseñado para ser replicable en toda la organización. Su propósito fue crear un espacio que integre aprendizaje, trabajo real y movilidad interna. La innovación más potente del piloto fueron las rotaciones interáreas, donde colaboradores pasaron por áreas como People Analytics, Nómina, HRBP, Compensaciones o Desarrollo para trabajar en proyectos concretos, acompañados por referentes y con la posibilidad de ver el negocio desde una perspectiva completamente nueva. Esa experiencia —intensa, transversal y de alto impacto— demostró que la plasticidad se entrena viviéndola, no solo estudiándola.
Las rotaciones convivieron con otros aceleradores como las mentorías y las células de trabajo, reafirmando que el desarrollo ocurre en movimiento. Aprendemos cuando cambiamos de escenario, cuando resolvemos problemas distintos, cuando nos desafiamos en contextos nuevos. Por eso hablamos de experiencias líquidas: porque el aprendizaje fluye entre áreas, entre roles y entre proyectos, adaptándose a lo que el negocio necesita y a lo que las personas buscan.
Lo que estamos viendo es que, cuando las personas suman este tipo de experiencias a su mochila de empleabilidad, ganan autonomía, propósito y confianza. Y cuando una organización habilita ese movimiento, gana talento preparado, mayor agilidad y la capacidad de anticiparse a lo que viene.
El futuro plantea siempre nuevos desafíos. Por eso, nuestro compromiso es acompañar a cada persona en la construcción de una mochila de empleabilidad que los prepare para recorrerlo con confianza y la tranquilidad de saber que están listos para transformarse las veces que haga falta.
