Al plan doble 0 le falta generar mayor certidumbre en precios y salarios

La coyuntura está cruzada en estos días por dos corrientes que se mueven a distintas profundidades. En la superficie, se percibe que el plan de los dos ceros (emisión monetaria y déficit) logró aquietar las aguas financieras, dando una sensación de control que permitió recuperar un flujo inversor sobre activos argentinos. No fue solo el enunciado de estas metas lo que resultó efectivo, sino la media sanción del Presupuesto 2019 y el casi inmediato desembolso del acuerdo ampliado con el FMI. La segunda corriente, que se mueve por debajo de la otra, revela que los ajustes de precios no se han detenido.

El dólar bajó algo más de 11% en octubre, pero a la par, hubo valores de productos de la canasta básica y de limpieza que continuaron llegando a las góndolas con aumentos. Lo que impidió que la expectativa inflacionaria siga el sendero bajista de la divisa fue una obviedad: los tiempos políticos habían impedido avanzar con un alineamiento de precios y salarios.

Lo que se vio de alguna manera en octubre, fue la creación de un colchón de precios de parte de empresas que tenían paritarias en ebullición, y que veían venir una presión gremial difícil de esquivar. Antes de tener que ajustar más sus márgenes (golpeados por un semestre recesivo) salieron a cubrirse de algunas subas de costos, como la de los combustibles, y de un inevitable plus de fin de año.

Mañana funcionarios y sindicalistas abrirán un diálogo que permita sumar algo de certidumbre. Porque aunque la teoría ratifica el encadenamiento entre emisión monetaria e inflación, la puja salarial influye, y mucho. Es de esperar que los protagonistas entiendan que la única forma de ganar en este terreno, es obteniendo el mejor empate posible.

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