Ahora todos tienen la grandeza de guardarse
Los encuestadores están como locos tratando de que -esta vez- el pifie entre la medición del humor social y la realidad de las próximas elecciones presidenciales no sea tan grande.
Juan Germano, de la firma Isonomía, cuenta que ya se instaló que las encuestas que sirven son sólo las full presenciales, por lo que ya no hay más preguntas por celular.
Además, se buscan fórmulas creativas para acercarse a lo que piensa un porcentaje de gente, entre el 15 y el 20% del padrón, al que no le interesa participar en lo más mínimo de un sondeo, porque la actualidad de la política no forma parte de su cotidianidad ni de su consumo entre las series o los reality shows. Por eso se ofrecen vouchers por $ 1000 o $ 2000 en algún servicio a cambio de un rato de atención.
Y por último, explica que en la firma también intentan otros mecanismos de medición: detectaron cuatro mesas testigo en distintas provincias que en los últimos comicios plasmaron en su conteo lo que dio el resultado general y entonces están yendo a buscar exactamente a esos votantes para encuestarlos.
Así y todo, si los encuestadores la pegaran con las preferencias entre los posibles candidatos, hay un abismo para entender qué piensa el votante de cada fuerza, un dato clave sobre todo para ver qué respaldo posta tienen los programas económicos que se plantean sobre todo las fuerzas que buscan desbancar al oficialismo.
En su momento, Juntos por el Cambio tenía medido que casi la mitad de sus seguidores no estaba dispuesto a sacrificar ingresos hoy para bajar la inflación a futuro. El analista Facundo Nejamkins, en tanto, asegura que la mezcolanza de motivos para un voto es tal que entre los que dicen que votarían al libertario extremo Javier Milei, la mitad quiere que Aerolíneas Argentinas siga en manos del Estado. "Hoy ideológicamente el votante de JxC está a la derecha del Milei", explica Germano.
En semejante caos de predicciones, sin embargo, la creencia que se impone para las figuras más fuertes es que generan un rechazo tan alto que lo mejor que se puede hacer es encontrar una excusa para guardarse. Bajarse. Quedarse afuera de la carrera, claro, con la forma de presentarlo cuanto más autoelogiante mejor.
Si sos Cristina Kirchner, la razón para no jugar es que estás proscrita por Héctor Magnetto y no querés ser nunca su mascota; dirás que te persiguen por defender al pueblo y que estás pagando el costo con el cuero de tus políticas por las que ahora te ataca esa conspiración político-mediático-judicial llamada lawfare.
Es eso, y no que la inflación del 100% del experimento de gobierno que armaste se lleva puesto hasta el recuerdo de los años felices y entonces probablemente sería muy difícil no poner en riesgo lo que quede de ese capital simbólico.
Y si sos Mauricio Macri, seguramente vas a decir que no jugás como candidato por la grandeza que tenés para rechazar los personalismos, porque estás al nivel de la conducción que mostró Lionel Scaloni en la Selección Argentina, porque te corrés para que se luzca el equipo y la sana competencia interna (hola Jorge Macri). Seguro es eso, el nuevo tipo que tiene a raya al enano ego, y no es que te autoexcluís porque la imagen negativa que tenés es un techo infranqueable. No es que el palazo económico con el que llevaste la inflación al doble la inflación que habías recibido también está vivo.
Macri desatado
Ahora, es cierto: otra razón que invita al fundador del PRO a quedarse con su puesto en la FIFA y su vida de viajes y familia, es que está en un nivel de radicalización tal que le preguntas el alias del banco y te dice "pseudomapuches.biro.populismo".
El tipo de medidas que está imponiendo como ideario de fondo para un eventual gobierno de su palo, sea con Horacio Rodríguez Larreta o sobre todo Patricia Bullrich, anticipan una temporada de conflictos importantes desde 2024. Algunos ejemplos:
- En su entorno imaginan un corte abrupto de fondos para Aerolíneas Argentinas. No se habla de privatización, sino de obligarla a ajustar. No descartan meses de paros aéreos y torres de control que tengan que ser operadas por militares para que haya vuelos. Algunos hasta suponen que podría nacer otra empresa aérea estatal que la reemplace, con convenios laborales como los de las low cost.
- Otros que miran toda la rama logística consideran que una forma de "acumular políticamente" puede ser enfrentar a Hugo Moyano, el "mal" del costo para mover mercaderías, según el dogma inamovible que se oye entre majules y lanatas de un Macri desatado. El ex presidente llegó a decir, para que se entienda, que en el país "hay gente que tiene comportamientos mafiosos y no se da cuenta", para hablar de empresarios que piden protección comercial. Ojo con los peligros de ponerle mafia a todo.
- La batalla podría incluir un capítulo poco abordado por toda la atención que se lleva el discurso contra Aerolíneas: el Correo Oficial, que tiene 18.000 empleados. Al no estar el apellido Macri en el Gobierno, no habría pruritos para una cirugía mayor que incluiría de movida el cierre de la firma Correo Compras que nació para competirle a Mercado Libre pero por ahora no lo logra. Mueve 300 paquetes por mes contra 8 millones de la firma que fundó Marcos Galperin. Además, están en la mira algunos contratistas del Correo que -creen- derivan fondos al otrora gigante del ramo, OCA, donde sobreviven 4000 empleados también afiliados a Camioneros. Más quilombo.
Todas escenas de una eventual nueva administración pero a partir de diciembre. Antes, claro, está la transición que intenta ordenar el ministro de Economía, Sergio Massa, otro que encontró en la responsabilidad de conducir este berenjenal sin que explote el motivo ideal para plantear que no lo urge competir. Porque seguro es eso, y no que no tiene muchas chances con una inflación que se desboca y pinta para rondar en el 7% en este marzo que termina.
Siete -por esas vueltas de la vida- fue justo la mesa que le tocó al viceministro Gabriel Rubinstein, que caminó tratando de ofrecer algún horizonte en la cena del Cippec, donde se dieron buena parte de los diálogos que nutren esta nota. "Ojalá vaya bajando", deslizó.
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