Y ahora, ¿quién hará las tareas domésticas en la luna?

Las mujeres del futuro harán de la luna un lugar más limpio para vivir . Así decía una publicidad de 1968 que promocionaba un artículo de limpieza y en esas palabras se reflejaban las expectativas que había del futuro: autos voladores, robots, cambios tecnológicos, habitar la luna y… mujeres responsables de las tareas domésticas.

Publicidad gráfica del detergente Lestoil (Estados Unidos, 1968)
 

No sorprende entonces que el 22 de Julio y desde hace 36 años se conmemore el Día Internacional del Trabajo Doméstico como manera de visibilizar el trabajo no remunerado que realizan las mujeres en sus hogares.

¿Hace 36 años se conmemora un día para visibilizar un tipo de trabajo que no es reconocido ni remunerado? Así es. Hace 36 años se planteaba la importancia en el reconocimiento de este tipo de trabajo no solo para quienes lo ejercen sino también para el desarrollo de las naciones. Aún hoy el trabajo doméstico sigue siendo la piedra angular que explica la desigualdad de las mujeres en el mundo del trabajo y el impacto de esa desigualdad en el resto de las esferas de la vida social e individual.

Hoy sabemos la cantidad de horas que los varones le dedican a las tareas domésticas y cuántas le dedicamos las mujeres. Y que esa cantidad de horas sin remuneración, que en el caso de las mujeres es el doble que sus pares varones, condiciona la entrada al mercado laboral de miles de mujeres y explica gran parte de la tasa de actividad femenina en el mundo.

Hoy, a diferencia de hace 36 años atrás, la discusión esta sobre la mesa. Los estereotipos sociales que fundaron la división sexual del trabajo y con ella la división ficticia entre el hogar y el trabajo, están fuertemente cuestionados por gran parte de las mujeres que empezaron a cuestionar  por qué su lugar “natural era la casa y su tarea fundante era cuidar. Este nuevo paradigma social, irrumpe creando un escenario que nos obliga a repensar las relaciones del trabajo y a poner en valor aquello que siempre se consideró del ámbito privado. El hogar, y quienes lo habitan, es un lugar privado que limita las libertades de poder insertarse en el ámbito público. Esa escisión hoy ya no es posible, el mundo del trabajo remunerado se sostiene gracias a otro invisible y gratuito.

Sin embargo, no alcanza con voluntades individuales que equilibren la cantidad de tiempo dedicado al cuidado y las tareas domésticas. Para acercarnos a una sociedad más equitativa necesitamos un Estado que garantice a través de diversos dispositivos y herramientas un sistema de cuidados y de corresponsabilidad parental más igualitario. Un sistema que garantice la decisión de participar del mercado laboral en igualdad de condiciones y otorgue el derecho que tienen todas las personas al tiempo libre.

Si el Estado no se hace eco de este nuevo paradigma, pasarán 36 años más de desigualdad y discriminación para las mujeres donde también, serán las responsables de limpiar la luna.

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