Venezuela: apoyos internacionales a la dictadura y la hora de la democracia regional

La Asamblea Nacional, el único poder legítimo de Venezuela, ha impulsado la transición. El titular, Juan Guaidó, se declaró presidente interino y es previsible que la amplia mayoría de la comunidad internacional reconozca ese carácter siguiendo el precedente dado por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos.

El Grupo de Lima y Estados Unidos han estado a la vanguardia. Es probable que el número supere abrumadoramente a los que apoyan a Nicolás Maduro y han pedido no intervenir en los asuntos internos venezolanos.

Sin embargo, la dictadura, con el apoyo de la estructura militar, tendría todavía capacidad de resistir, en gran medida, gracias a las rispideces del escenario geopolítico mundial y principalmente por el respaldo de China, Rusia e Irán. Caracas se ha convertido en una de las teclas que Moscú y Beijing  aprietan cuando se sienten presionados por Estados Unidos. Lo mismo estaría haciendo Teherán.

Bombarderos rusos, fragatas iraníes, asesores chinos

Los acuerdos de cooperación militar alcanzados con los tres países y la presencia de los bombarderos estratégicos Tupolev 160, además del anuncio sobre el establecimiento de una base militar rusa en Venezuela, son ejemplos ilustrativos del alcance de la vinculación militar como lo serán las fragatas de la armada de Irán que próximamente llegaran a puertos venezolanos.

Con China el nexo militar es igual de intenso con una importante presencia de asesores chinos además de financiar laboratorios de inteligencia militar con participación, por ejemplo, de empresas como Huawei y Norinco. En septiembre del 2018, esos países junto con Cuba integraron ejercicios combinados, Plan Centinela, en la frontera colombo venezolana.

Ninguna de esas tres potencias vería sus intereses económicos y financieros protegidos con la restauración de la democracia en Venezuela. La mayoría de los acuerdos  suscriptos con esos países no han sido aprobados por la Asamblea Nacional pese a ser un requisito constitucional.

Menos aún los de asistencia y cooperación militar o los que hacen a que la empresa petrolera venezolana, PDVSA, se encuentre en porcentajes significativos en manos accionarias chinas. El 80% de la producción de PDVSA es para pagar deuda a China y Rusia.

La hora de la diplomacia regional

La fractura y descomposición que vive hoy Venezuela es mayúscula. Es de esperar que no genere un espiral de violencia indiscriminada.

También sería deseable que el Grupo de Lima y otros actores destacados del hemisferio logren contribuir a impulsar una transición razonablemente ordenada. Es hora que la diplomacia regional vuelva a ocupar un lugar para evitar episodios de enfrentamientos y que Venezuela logre, finalmente, en paz el retorno a la democracia plena.

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