Una política exterior de horizontes diversos, versión 2.0

En un contexto global donde se verifica el desplazamiento relativo del poder económico hacia  el Asia-Pacífico, la Argentina debe adoptar una estrategia de política exterior de “horizontes diversos , o sea el mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas, las emergentes, y el exterior próximo. Esta debe ser implementada con los suficientes niveles de consenso y coherencia para que sea exitosa. Sin embargo, puede tener matices y acentos distintos, según cual sea el partido que gobierne, si ésto ayuda a alcanzar el objetivo de un mayor bienestar general para nuestra población.

Para implementar una estrategia de “horizontes diversos es condición necesaria, para cualquier partido gobernante, entender el contexto internacional, y poseer un buen diagnóstico. Así, es útil recordar a Raymond Aron: “Más vale comprender la diversidad del mundo actual que soñar sobre un mundo que no existe más, porque no nos gusta el mundo tal cual es .

También cobrará valor el ejercicio de “desagregar las relaciones en los diferentes niveles de interacción -político, económico, tecnológico- evitando que las orientaciones ideológicas obstaculicen en forma desmedida la relación en los niveles económicos o científico-tecnológicos. A su vez, hay que evitar el aislamiento -salvo casos justificados-, y definitivamente no mantener “relaciones con dependencias , que restrinjan los grados de acción.

Si analizamos la política exterior del gobierno Macri, observamos que su estrategia de “horizontes diversos ha sido más evidente en lo declarativo que en los hechos. Si bien el Presidente habló, incluso en el G20, de trabajar con todos los países dispuestos a colaborar, la realidad mostró un gran foco en trabajar con las potencias establecidas, y en particular con EE.UU. Así, se recompusieron estas relaciones, sin traducirse en éxitos económico-comerciales en el corto plazo, sino más bien en un substancial endeudamiento con instituciones privadas de ese origen y con el Fondo Monetario Internacional (FMI), generando así una “relación con dependencias .

Más aún, expertos de la Universidad Di Tella, como Roberto Russell  y Juan Gabriel Tokatlián, observaron un alineamiento injustificado con Estados Unidos, que se reflejó en la forma de votar en la ONU, o en posiciones con respecto al conflicto Palestino-Israelí. Tras desactivar el riesgoso eje Caracas-La Habana-Buenos Aires, Argentina se alineó con EE.UU. en cuanto a Venezuela. Se integró al Grupo de Lima, que irónicamente inició la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca -que los EE.UU. se negaron a activar en Malvinas-, sin existir una amenaza extracontinental.

A su vez, se recalibraron las relaciones con China y Rusia, bajando el tono político de estos vínculos, pero no logrando demasiado en lo económico o en lo tecnológico, más allá de un aumento de un SWAP con China. Por otro lado, sólo en forma tardía se buscaron profundizar las relaciones con India y la ASEAN, importantes destinos para nuestras exportaciones.

Con respecto al exterior próximo, se recompusieron las relaciones con Chile, luego de haber dejado a ese país sin gas, durante el gobierno Kirchner, y se intensificó  la integración económica y física. A su vez, se reencaminaron los vínculos con Uruguay y Paraguay, y se elevaron los horizontes de la relación con Brasil/Mercosur a través de la firma de los tratados con la Unión Europea (UE) y con la EFTA.    

El nuevo gobierno, de diferente orientación política, debería proveer diferentes matices  y acentos, pero no abandonar la implementación de una estrategia de “horizontes diversos . En una versión alternativa, que podemos llamar “Horizontes Diversos 2.0 , es esperable que un nuevo equipo busque fortalecer las relaciones con las potencias emergentes. Así, debería tratar de maximizar las oportunidades de inversión productiva en la Argentina de China y Rusia, pero evitando toda interferencia de tipo político-ideológico en nuestra sistema democrático.

Esto último debería ser una “línea roja para el cuerpo político argentino. A su vez se tendrían que intensificar inmediatamente,  las relaciones con India y la ASEAN.

Fortalecer las relaciones con las potencias emergentes, no implica enemistarse con las establecidas. Esto será un complejo desafío, dado nuestro endeudamiento actual.  Habrá que evitar declaraciones altisonantes y el “tirar por la borda los vínculos ya  establecidos. Tampoco se deben rechazar las oportunidades concretas que se presenten. A su vez, se debe tener consciencia de las “líneas rojas en materia de seguridad para los EE.UU., y evitar cruzarlas sin razones valederas. En el caso de la UE y la EFTA, la integración económica debe ser una política de Estado, aunque algunos puntos puedan ser revisados.

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El nuevo gobierno debe seguir fortaleciendo las relaciones con Chile y el Mercosur, a pesar de las diferencias ideológicas. La integración económica y física con Chile debe continuar, beneficiando a ambas naciones. En cuanto al Mercosur, Brasil parece querer avanzar con los tratados con la UE y EFTA. Si Brasil aceptara estos tratados y la Argentina se autoexcluyera, esto sería lapidario para el desarrollo del país y el bienestar general de la población.

Un nuevo enfoque puede darse en el caso de Venezuela, despegándose del Grupo de Lima, y acercándose a las posiciones más equidistantes de Uruguay y México. Aunque esto puede ser aceptable, será más complejo y menos creíble declarar que Venezuela no es un sistema autoritario o dictatorial.

El implementar esta estrategia de “Horizontes Diversos 2.0 , con los matices y acentos que el futuro gobierno quiera inculcarle, requerirá de una gran sofisticación, y de una acertada interpretación de la situación internacional. En este sentido, habrá que evitar aquellos análisis teñidos de superficialidad e ideología, y concentrarse en estrategias y acciones que puedan realmente maximizar el bienestar general de la población.

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