Una elección histórica; un destino incierto
Todo indicaba que Jair Bolsonaro sería elegido Presidente de la más grande democracia de América del Sur. Sin embargo, tras el abrumador triunfo en la primera vuelta, la visión política parece haberse extremado, cambiado hacia posturas de aprensión por el nuevo Presidente y la necesidad de terminar con los gobiernos “de izquierda .
Jair Bolsonaro fue el catalizador del voto anti PT en primera vuelta. Sin embargo, Haddad fue el fallido catalizador –el único posible-, del voto contra Bolsonaro, por tratarse de la expresión de las posiciones extremas de la derecha: negadoras de derechos, representantes de la exclusión y de la marginación no solo para aborígenes, sin tierra y negros, sino también mujeres u homosexuales sin importar su color. Bolsonaro es la representación del poder masculino blanco haciendo gala de serlo. Y además de comenzar a manifestar intenciones económicas fuertemente neoliberales, violento, ufanándose de la violencia y apologista de la dictadura militar.
Tras un resultado tan abultado como el de primera vuelta (46% de Bolsonaro a 29% de Haddad), uno hubiera esperado que las demostraciones de fuerza y de confianza hubieran venido de los ganadores. Pero no: muchos de los que habían permanecido prescindentes o en silencio comenzaron a hacer público su apoyo al que resultó segundo.
Bolsonaro rehuyó los debates políticos. Más allá de que no tenía nada que ganar habiendo logrado más del 46% de los votos en primera vuelta, la participación en un debate hubiera puesto en evidencia la imposibilidad de articular un programa político completo. Más allá de medidas económicas aisladas o declaraciones de principios más o menos altisonantes o planes en los temas de inseguridad, fuerzas armadas o drogas, le hubiera resultado difícil plantear acciones que incluyeran a toda la población porque muchos quedan afuera de su rango visual y político.
Noam Chomsky describe el mundo de la guerra fría como aquél en el que se pierden todas las libertades democráticas por el miedo a perder las libertades democráticas. Los Estados Unidos emprenden la lucha contra la Unión Soviética porque ella representa la tiranía y el fin de los valores democráticos. Así, para que los valores democráticos triunfen, el Estado debe ocupar espacios cada vez mayores. En paralelo, el miedo a que el PT llevaría a Brasil a “ser Venezuela , fue parte de la campaña maliciosa destinada a aceptar cualquier solución posible antes de perder los valores democráticos. Claro, algunos de los que fueron arrastrados por el miedo, ahora se encuentran con que la opción puede llegar a ser la de un gobierno militar con formas democráticas.
En esta segunda vuelta, muchos de los que habían permanecido al margen se involucraron viendo que Brasil podría estar volviendo a la noche de la extrema derecha, o la otra noche, la de un nuevo gobierno de izquierda. Y en este tiempo de segunda campaña comenzaron a pesar los argumentos más racionales que en la primera, que fue el miedo. Muchos desde sus casas, de a uno, comenzaron a explicar los peligros de un Presidente sin contención política, sin programa, sin partido, sin límites personales siquiera. Y la micromilitancia comenzó tímida pero fuertemente para convencer y para convencerse de que los brasileños no quieren la violencia y la exclusión para ellos ni para el resto. Que no quieren muertes ni torturas, ni exclusión ni injusticias. Del otro lado, del lado vencedor, la micromilitancia remarcó que no quiere al Estado en sus vidas, que no quiere a lo distinto, que quiere conservar su estilo de vida, que quiere más controles y seguridad. Apostaron a perder libertades para no perder libertades.
Parece entonces que el más perjudicado es el proyecto político de la tradicional élite brasileña que daba por descontada la desaparición del Partido de los Trabajadores luego del impeachment a Dilma Roussef y el encarcelamiento de Lula da Silva. Sus candidatos desaparecieron en la segunda vuelta, y a pesar de que muchos de sus dirigentes se acercan a Bolsonaro, el PT vuelve a revivir siendo parte de un proyecto nacional, que piensa en el mercado interno y en la inclusión social, en el respeto a las minorías, en la libertad y en los valores democráticos. Al mismo tiempo, muchos eligieron votar al candidato del PT con nariz tapada, pero volvieron o comenzaron a militar por valores compartidos que consideraron más importantes.
En su editorial del día siguiente a la elección, el tradicionalísimo Estado de Sao Paulo se refiere al nuevo Presidente señalando que muchos de sus propios electores consideran que no está preparado para encabezar el gobierno y que la explicación de su elección es que encarnó la más furibunda oposición al “lulopetismo , agregando que sus electores lo eligieron sin tener la más remota idea de lo que hará cuando esté en funciones presidenciales, lo que no es un buen augurio en medio de una crisis grave. Y remarca que “Resta esperar que las fuerzas políticas tradicionales resuelvan sus divergencias y se organicen para reducir los posibles daños de esa aventura que recién está comenzando . Una elección, entonces, verdaderamente histórica por su movilización pero también porque, por primera vez, inaugura un panorama en gran parte incierto.