Una discusión sustancial detrás de la campaña electoral en EE.UU.

La economía del conocimiento está afectando la política.
La gran discusión en la campaña electoral en EE.UU. (fundamentalmente impulsada por Donald Trump) se refiere a los procesos de internacionalización productiva. Frente a Trump (muy crítico), Hillary Clinton ha sido más ambigua (criticó la apertura económica internacional en público, pero trascendió que ante referentes de Wall Street dijo que mantiene sus posturas favorables al libre comercio). Y el propio presidente Barak Obama siempre se ha expresado a favor de la inserción económica internacional.

La discusión no es menor. Solo EE.UU., la UE y China superan el billón de dólares anuales (cada uno) de generación de comercio exterior.

El comercio internacional se halla ante una exigencia de competitividad: crece débilmente en cantidades despachadas (este año está un 20% por encima de los volúmenes de hace un decenio) pero al caer los precios internacionales decrece en dólares pagados. Se vende algo más pero a menor precio.

Aún con el descenso de los últimos dos años, el comercio mundial, que arañaba el 20% del producto global hace veinte años, hoy representa 30% de la producción del planeta. Pero Estados Unidos, que generaba el 14% de las exportaciones mundiales de bienes en el año 2000, hoy genera el 9% del total, mientras sus importaciones equivalían al 19% del total mundial hace tres lustros y hoy suponen el 14% del total. EE.UU. es el segundo exportador mundial de mercancías (China es el primero) y el principal importador mundial (China es el segundo). El contenido importado en las exportaciones de manufacturas de EE.UU., empero, alcanza el 15% mientras implicaba el 11% hace veinte años.

Pero EE.UU., en proceso de sustancial cambio, se ha consolidado como la mayor usina de generación de conocimiento productivo. Por eso, más allá de lo antes explicado sobre el comercio de manufacturas, si se considera el comercio mundial de servicios (que crece además en relevancia global) Estados Unidos es por lejos el principal exportador mundial (15% del total mundial) y el primer importador del globo (10% del total). Y los servicios representan 80% de su PBI. Y China es solo el 5to exportador mundial de servicios (el 2do importador).

Estados Unidos (que pese a las voces de crítica a la integración productiva tiene un porcentaje de empresas exportadoras sobre el total que es 6 veces mayor que el de México) sigue siendo el país con más stock de inversión extranjera en el mundo (3,5 billones de dólares). El 23% del total de IED en América latina y el Caribe es de origen estadounidense. Y los países emergentes ya reciben la mitad de toda la IED mundial, lo que puede ser visto como una exportación de empleo, pero a la vez también como una ubicación en el exterior de eslabones de la cadena que permiten especializarse a los EE.UU. en los eslabones más valiosos (diseño, conocimiento, tecnología, innovación) que son los que generan más rentabilidad. En EE.UU. no se pierden empresas o empleos (la tasa de desempleo está en niveles históricos muy bajos -4,8%-) sino que ha cambiado sustancialmente la matriz productiva.

¿Se pretende retroceder en la evolución? Eso puede ser inútil (no se la puede vencer definitivamente) o muy pernicioso (sí se la puede obstaculizar).

Dice Unctad que el 80% del comercio mundial ocurre dentro de cadenas globales de valor (que implican relaciones estables, sistemáticas, constantes, entre empresas más allá de las fronteras). Richard Baldwin, a través de lo que el denominó la simle curve explicó que en esas cadenas globales, el mayor valor se genera en dos posibles fases: el inicio de los procesos productivos (diseño, innovación, aplicación de conocimiento) y/o en la fase final (comercialización); mientras que en las etapas intermedias (manufacturación) la evolución de la maquinización hace que el aporte (valor) sea cada vez menor (dibuja la curva con la línea de una sonrisa que tiene los extremos mas altos que el medio).

El factor diferencial en la economía moderna es el del capital intelectual. En él hay dos tipos de actores. Los que generan conocimiento y los que implementan procesos de aplicación. Los primeros están en una fase de mayor generación de valor. EE.UU. se ha trasformado en el gran actor del primer tipo. Pero los procesos de cambio son críticos. Y no son inexorables.

La elección de noviembre define más que quien gana. Define si se acompaña la evolución o si se decide obstaculízala.

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