Una cumbre que revitaliza el Mercosur

La Cumbre del Mercosur en Mendoza logró revitalizar un bloque que se encontraba sensiblemente alicaído. En la última década aproximadamente cien barreras comerciales habían reducido sustancialmente la agilidad del proceso de integración. El compromiso de Mendoza permite levantar un 70% de esas medidas. La fórmula perseguida, que se puede sintetizar como una vuelta a la vocación original del Mercosur, permitirá que se traduzca en un comercio más fluido, con mayores oportunidades de negocios y más empleo.

También el Mercosur adoptó en Mendoza una posición más dinámica y abierta con relación al mundo. Tras años dominados por una visión de tinte ideológico se pasó a un enfoque de mayor pragmatismo para la inserción del Mercosur en las dinámicas globales. Los horizontes y objetivos del bloque son negociar en conjunto acuerdos de libre comercio tanto con China como con la Unión Europea, la Alianza del Pacífico o cualquier otro país o región con la que se pueda ampliar de manera geométrica el comercio regional. Junto a la Presidenta de Chile, se abogó por una mayor sinergia entre los mecanismos del Mercosur y la Alianza del Pacífico.

La voluntad política de reactivar el Mercosur, con una lógica refundacional, es una buena noticia como lo es la intención de trabajar con ánimo renovado en las cuestiones específicas de la integración regional como son, entre otras, las asimetrías, las burocracias inexplicables, lograr mayor complementariedad para incorporar cadenas regionales de producción, disminuir barreras al comercio y adoptar estándares comunes. También se destacó la reactivación del Fondo de Convergencia Estructural (Focem).

Este resultado largamente esperado es una victoria de la diplomacia argentina al haber logrado durante su presidencia pro tempore convocar una Cumbre de Jefes de Estado tras casi dos años de inmovilidad y una década de frustraciones. El Mercosur ha vuelto a ser un motivo de esperanza al poner la mirada, como dijera el Presidente Mauricio Macri, en el futuro. Argentina y Brasil insistieron en los conceptos de revitalización, readecuación y modernización del Mercosur.

El capítulo menos satisfactorio ha sido el pronunciamiento sobre Venezuela. Ha sido desilusionante que no se haya logrado consenso para aplicar el Protocolo de Ushuaia a un régimen que ha erosionado de manera sensible los cimientos de la democracia venezolana y ha cometido graves violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, la declaración del Mercosur sobre Venezuela puede ser interpretada como un ultimátum. La nota que ha sido enviada a Caracas propone iniciar un diálogo en los términos del Protocolo de Ushuaia, que es el cuerpo normativo del Mercosur que incluye la denominada cláusula democrática.

Es de imaginar que si el gobierno de Nicolás Maduro no reacciona con prontitud derogando la convocatoria a la Asamblea Constituyente y aceptando la invitación del Mercosur al diálogo, el próximo paso podría incluir la suspensión política del bloque. Es de esperar que en ese caso extremo, en aras de la preser vación de los valores y principios del Mercosur, la regla del consenso no vuelva a proteger al régimen venezolano.
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