Un contexto internacional más duro puede poner fin al gradualismo blando

La avenida del medio por la que transita la gestión económica de Mauricio Macri se está haciendo más angosta. Un endurecimiento del contexto financiero internacional creará condiciones menos favorables para las necesidades de financiamiento de la Argentina. Eso no significa que se terminará el crédito externo ni que su costo se tornará inaccesible. Pero lo real es que habrá que medir mejor las oportunidades, porque habrá menos vocación por prestarle a países que todavía tienen diferenciales de riesgo superiores a otros emergentes.

Que la recuperación económica de Estados Unidos acelere o le de mayor impulso a la suba de tasas que tiene previsto hacer la Fed, provocando una salida de capitales de las bolsas hacia activos seguros como los bonos del Tesoro americano, no es una noticia que debe preocupar solo al ministro de Finanzas. La dirigencia política también debería tomar nota que al Ejecutivo se le hará más complicado administrar el frente fiscal si se achica el margen de emisión de deuda. Podría representar el fin del gradualismo blando.

El Gobierno, por suerte, logró adelantarse al escenario. Luis Caputo, el responsable de conseguir el financiamiento, ya emitió u$s 9000 millones en enero. Ahora deberá depender más del crédito local en pesos, algo deseable siempre y cuando no le quite aire al sector privado. Para los analistas, ese objetivo sería alcanzable si se logra trasladar parte de los fondos que hoy están en Lebac, a las letras del Tesoro que replican los plazos del instrumento del BCRA.

El Ejecutivo también necesitará que se amplíe el mercado de capitales, para lo cual requerirá que se apruebe la reforma que envió al Congreso. La Argentina ya pasó la prueba electoral, pero ahora su recorrido será más sensible al humor de los inversores, globales y locales.

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