Trump ayudó a crear la calma del dólar y también este "lunes negro"

A la Argentina le está quedando cada vez más claro que la relación con Donald Trump es de doble vía. En algunas ocasiones, Mauricio Macri ha logrado capitalizar su cercanía con el jefe de la Casa Blanca, como cuando logró que la cumbre del G-20 en Buenos Aires terminara con un acuerdo entre las dos grandes potencias, o cuando logró el respaldo clave de su administración para recibir el crédito más grande otorgado por el FMI a un país. Pero como le sucede a todo el mundo, el carácter irascible de Trump también puede transformarse en un factor negativo, afectando tanto a países amigos como enemigos. La devaluación que China aplicó ayer al yuan es un claro ejemplo de cómo los círculos en los que gira el gobierno estadounidense terminan creando efectos colaterales en todas las direcciones.

La negociación comercial con China es, para Trump, la madre de todas las batallas. El presidente de EE.UU. sabe que cada dólar que recibe el país asiático, es un dólar menos creando empleo en su territorio. Y por eso se lanzó a una extenuante pulseada con la que espera que los capitales americanos retornen, sin importar mucho si para conseguirlo causa un terremoto bursátil, desacelera el crecimiento global y alborota a todas las monedas.

Trump acostumbró a sus oponentes a gritar primero y negociar después. Pero en la ultima ronda, cuando amenazó con subir aranceles a partir de septiembre sobre los productos que faltaban para cubrir el 100% del flujo bilateral, China se quedó sin armas para contrarrestar en la mesa. Por eso lo que era diálogo se transformó en guerra. Xi Jinping sacó dos ases de su manga: devaluó el yuan por abajo de las 7 unidades por dólar, algo que no hacía desde 2009, y ordenó a sus empresas no comprar bienes agrícolas a EE.UU. El terremoto no se hizo esperar: hubo una salida de capitales global hacia activos no riesgosos y una devaluación de casi todas las monedas emergentes.

En la Argentina, a días de una elección clave, la noticia fue un balde de agua fría. Pero el Gobierno decidió surfearla, y no enfrentarla. El jefe de la Casa Blanca venía jugando a favor de Macri: con su presión sobre la Fed para que baje la tasa, había habilitado el flujo de fondos a la región. A nivel local, ese ingreso fue la causa de la baja del dólar y el repunte de acciones y bonos. Pero en un fin de semana, el viento cambió y la divisa se acercó al récord del 26 de abril, el valor que ayudó al Gobierno a convencer al FMI de que pueda vender dólares en el medio de la banda cambiaria. El origen de este lunes negro fue todo externo, pero eso es complejo de explicar. Si la guerra comercial escala, toda la calma de los últimos dos meses puede desaparecer. Serán cuatro días a puro nervio hasta que se abran las urnas.

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