Trump: Fundamentos macroeconómicos versus incertidumbres políticas

Apenas electo Donald Trump como presidente de los EE.UU., la gran mayoría de los analistas económicos pronosticaron que se acercaban tiempos difíciles. El racional de este escenario se basaba en que la incertidumbre que generaría la personalidad y las controvertidas ideas del nuevo mandatario impactarían negativamente, tanto en la economía real como en los mercados financieros de EE.UU.

Sin embargo, los pronósticos fallaron. En efecto, la economía se presenta robusta y el mercado bursátil continúa su rally alcista. ¿Qué sucedió? ¿La incertidumbre fue menor de lo esperado? Realmente no; fue mucho mayor. Entonces, ¿cómo se explica que al menos por ahora la misma no haya afectado el escenario económico y financiero? La respuesta debe encontrarse en que los efectos positivos de los sólidos fundamentos macroeconómicos heredados de la administración Obama han superado a los impactos de una incertidumbre, por cierto, creciente. Para comprender la magnitud de estas fuerzas opuestas, parece conveniente hacer una breve síntesis de las mismas. En relación a los fundamentos, las principales observaciones son:

- La economía crece moderadamente, a un ritmo anual del orden del 2,5%.

- El mercado laboral se halla prácticamente en pleno empleo, con una tasa de desocupación del 4.4%.

- El salario real y el consumo se incrementaron un 2,5% en los últimos 12 meses.

- La inversión privada, al igual que las exportaciones, continúa su expansión.

En lo que hace a los factores que generan incertidumbre, merecen mencionarse; entre otros:

- Políticas proteccionistas que generan conflictos comerciales y abandono de tratados de libre comercio vigentes (Nafta) o en franco proceso de negociación (con Europa y con países del Pacífico).

- Disputas con los poderes legislativo y judicial. Enfrentamientos crecientes con el establishment del partido republicano.

- Fracaso en la implementación de promesas básicas de campaña, tales como: modificación integral del programa de salud aprobado por la administración anterior (Obama-care), drástico recorte de impuestos, fuerte aumento de la inversión pública en infraestructura y defensa, construcción de un muro en la frontera con México y desregulación general.

- Posición racista, xenófoba y anti inmigratoria.

- Exacerbación de conflictos internacionales: Corea del Norte, Mar de la China, Venezuela, Irán, Ejército Islámico, abandono del cambio climático.

- Rusiagate: injerencia del gobierno ruso en las elecciones.

- Renuncia de ocho funcionarios de primer nivel de la administración. Renuncia de los CEOs que fueron nombrados directamente por Trump para integrar dos comités de asesoramiento.

- Presión sobre la Reserva Federal y la Fiscalía General.

- Su principal asesor en materia de inteligencia y seguridad (Steve Bannon) es un reconocido racista, con ideología de extrema derecha.

- Ataques a la libertad de expresión.

A todo lo anterior se le suma una personalidad del presidente extremadamente compleja: autoritario, arbitrario, demagogo, impredecible y falto de coherencia ideológica, entre otras virtudes.

El escenario, pues, queda claramente planteado: fundamentos macroeconómicos positivos versus incertidumbres de todo tipo. Como se ha dicho al principio de esta nota, al menos por ahora, los primeros superan a las incertidumbres y, en consecuencia, la economía y los mercados financieros han evolucionado positivamente.

¿Qué sucederá de ahora en más? Todo dependerá de la tendencia futura de las dos variables en juego. Si Trump cambiara hacia una administración más ortodoxa, se acercará más al establishment republicano y dejara de generar conflictos, resulta claro que los fundamentos seguirían imponiéndose a las incertidumbres; prolongándose el razonable escenario actual. Caso contrario, los mercados reaccionarían en forma negativa.

 

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