Trabajo, ahorro, eficiencia, calidad, acuerdos: ejes del reformismo permanente

El presidente Mauricio Macri tendrá mañana una platea inmejorable para reforzar los lineamientos de su gestión. Hay una expectativa natural, alimentada por la certeza de que la elección será traducida como una ratificación del rumbo elegido por la nueva administración.

Pero en la Casa Rosada no quieren promover títulos demasiado grandilocuentes. Lo que viene será un estadio de reformismo permanente, con un gran capítulo fiscal, y varios apartados de alcance específico que tienen una traducción más simbólica que práctica. Si hay una frase que refleja ese espíritu que promueve el Presidente es "haciendo lo que hay que hacer", el eslogan que remata muchos de los avisos de gestión que difunde el Poder Ejecutivo.

Si hay un proyecto que atrae la atención del sector privado es la reforma tributaria, porque el Gobierno tiene claro que su diseño debe responder a la necesidad de bajar costos y mejorar la competitividad argentina. Pero el Ejecutivo cree que en el medio hay decenas de otras señales menos ambiciosas que deben ser plasmadas para lograr avances en el mismo camino.

El caso Pata Medina es un ejemplo de sobrecostos que eran cargados a un sector como el de la construcción, con el consiguiente perjuicio por la falta de creación de empleo. Pero cuando el foco pasa a la logística, enseguida aparecen Hugo Moyano, los costos portuarios, la falta de aprovechamiento de la hidrovía y la corrupción que encarecía o directamente desestimulaba obras de infraestructura. Para todo ello no hay un plan, pero si un objetivo, definido bajo la palabra "alineamiento".

En la Casa Rosada aseguran que no hay directivas, pero sí señales hacia otros poderes e instituciones para que garanticen el respeto de la Constitución. Y en ese sentido, el mensaje que tienen es que hacia adelante hará falta elegir: empresarios, gremialistas, jueces, políticos, serán impulsados a abandonar el bando de los especuladores (los que se acomodan siempre al poder) o el de los temerosos (los que dejan hacer por temor a las consecuencias). "Si estamos en la cancha, hay que jugar", repite el Presidente a sus subordinados.

El mundo laboral ya tuvo sus guiños. El gobierno aguardará sus reacciones antes de prever nuevos pasos. Habrá un diseño conceptual uniforme para la reforma laboral, pero aplicada por sectores y segmentada. No se puede pensar en crear empleo, además, si no se consigue extender los beneficios de la nueva ley de ART (90% de las provincias no adhirieron a ella). Es una obsesión presidencial que seguramente entrará también en la gran mesa de diálogo con los gobernadores que se abrirá una vez pasado el comicio.

El Ejecutivo descuenta que tendrá un fallo a favor de la Corte por el Fondo del Conurbano, pero sabe que no se aplicará sin una salida política: habrá que consensuar el reparto de los $ 53.000 millones que lo nutren, pero sin dejar de cumplir otros objetivos, como ser acordar la extensión del impuesto al cheque, financiar al sistema previsional, acordar una baja de la presión tributaria (el blanco natural es Ingresos Brutos) y respetar la meta de reducción del déficit fiscal.

Trabajo, eficiencia, ahorro, calidad, reformas, acuerdos, son vectores que trascienden el discurso presidencial. Son comunes a todos los planes y sin duda sonarán más fuerte en el último tramo del año.

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