Sindicalistas diseñan fórmulas de ajuste de convenios colectivos ante pautas oficiales

El Poder Ejecutivo lanzó su táctica aspiracional orientado a que los salarios se pacten en torno del 12% con un tope en el 15% (estimado de inflación anual 2018) distribuido en tres cuotas a partir del comienzo del segundo trimestre, eventualmente, con cláusula gatillo que permita ajustar a comienzos de 2019 por el IPC del INDEC. En alguna medida hemos vuelto a la indexación que opera como alerta y amenaza de males mayores siempre ligados a la inflación, nuestro flagelo endémico. No se renovó la Ley de Emergencia Económica que restringía las actualizaciones.

Ya hay algunos movimientos: la Municipalidad de Neuquén acaba de cerrar su acuerdo salarial en tres cuotas por un total del 16% y sin cláusula gatillo. En segundo término, ven con buenos ojos la reformulación de adicionales que abandonen viejos paradigmas, y que se aborden objetivos de productividad. En alguna medida, la prolongación de las metas obligan a alinear y adecuar los parámetros de los incrementos salariales.

Pero lo que desvela a los dirigentes sindicales comprometidos con la negociación salarial es, como ya es histórico, la estrategia para traspasar los límites y las pautas oficiales, tratando de ganarle a la inflación por alguna picardía. Ya las viejas artimañas de la deuda porcentual del pasado y los ajustes pendientes están perimidas.

Es más, ya se agotaron los argumentos por vía de los cuales se hace necesaria una ayuda especial, como la argumentada por los dirigentes clásicos para vencer con un recurso macro a la izquierda incipiente que crece a partir de los delegados y las comisiones internas.

También se han agotado los intercambios de favores que se negociaban en eventos tradicionales y de los cuales surgía el acuerdo final e integral, en el que solo participaban algunos interlocutores.

Hoy el costo laboral juega un papel relevante de la subsistencia de las empresas, de su competitividad local, y en especial, en la difícil ecuación planteada desde el oficialismo con una reforma previsional y fiscal que poco ayuda a mejorar el cuadro que se presenta hoy en el mercado local por la presión fiscal, y por la falta de incentivos para la inversión, y por la carencia de motivación en el mercado interno del mundo de los emprendedores.

De allí que han surgido muchos convenios de crisis como el de Sancor, otros que se construyen para proyectos especiales que se ligan a su viabilidad como los acuerdos de Smata, o se buscan mejores horizontes con el congelamiento de la UOM por dos años en Tierra del Fuego.

Las empresas, en todos sus formatos, reclaman mejores condiciones laborales, previsionales y fiscales, para que vuelvan a ser viables muchas actividades, explotaciones y sobre todo en las pymes.

El espectro sindical es muy amplio, sin embargo, el verano ha relajado los espíritus exaltados, generó cierta paz y promovió la serenidad, de modo que entre asados y encuentros cercanos, se delinearon los modelos de negociación de las paritarias 2018.

En rigor, se desplegaron cinco modelos a saber:

1- Entre el 12 y el 15% con cláusula gatillo para corregir al final por el IPC del Indec, en tres cuatrimestres, que seguramente van detrás del curso inflacionario, y resultan ser la más amigable para el Gobierno nacional.

2- Entre el 15 y el 20% también con cláusula gatillo para corregir al final por el IPC del Indec apuestan a una visión que se refleja en las predicciones de los economistas e instituciones más reconocidas, que el Poder Ejecutivo pretende vencer.

3- Un porcentaje seguramente inferior a la inflación, que en el caso de que la supere adicionará un plus del 1 o 2%, con lo cual se aseguran una mejora del ingreso real a partir del convenio colectivo, es propio de actividades más profesionalizadas, en industrias o servicios de tecnología de punta.

4- Un porcentaje que procure superar la inflación del 2018, a la cual se le suelen adicionar ajustes de adicionales o suplementos, que pueden desbordarse en el momento de concretarse estos aparentemente inocentes retoques.

5- Los que no están dispuestos a aceptar ninguna regla, y aprovecharán su poder de daño para lograr lo máximo posible, en donde se ubican los gremios combativos, los alineados con el FPV, y los grupos radicalizados de izquierda como el PO, el PST, la CCC, el MST, el MAS y el partido Comunista. Entre ellos tenemos los sindicatos del Estado, generalmente enrolados en torno de ATE y la CTA, cuyas aspiraciones se entrecruzarán con la racionalización y con la modernización de diversas áreas, provocando así un conflicto multicausal.

Un escenario como el planteado desde el frente sindical seguramente contará con la contrapartida empresaria, que hoy es heterogénea, con importantes crisis de representatividad, y con escenarios totalmente diversificados. En cualquier caso, hay un componente común a todas las actividades. El costo laboral previsional y fiscal argentino no es competitivo, y en ese contexto habrá que ser selectivo para encontrar los caminos y los nichos para poder invertir y crecer definitivamente.

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