Recalculando: el Gobierno admite límite fiscal y asfixia financiera

El sendero por el que se mueve la política económica es cada vez más estrecho. Ayer quedó de manifiesto con dos decisiones que adoptaron el Palacio de Hacienda y el Banco Central. Aún a riesgo de que potencie un poco más la inflación antes de la elección presidencial, el Poder Ejecutivo autorizó un aumento de 4% en los combustibles, como forma de acortar la brecha con el precio internacional del petróleo luego de los atentados sufridos por la saudita Aramco. En paralelo, el BCRA decidió flexibilizar la política monetaria, jugada ya a una dinámica muy diferente a la que regía un año atrás, cuando se gestó el segundo acuerdo con el FMI.

El incremento de las naftas y del valor al que Hacienda calcula la compensación que empezó a pagar por el congelamiento, demuestra que hay un límite fiscal que ya no se puede estirar más de la cuenta, porque el riesgo de no tener cómo financiar al Tesoro empieza a ser más palpable. Cuando se dispuso mantener los precios por 90 días, no estaba en los cálculos de nadie que el barril de crudo iba a escalar casi 15%. La forma que había encontrado Hernán Lacunza para esquivar los juicios que prometían las empresas petroleras por haber alterado las reglas de juego, fue incrementar los subsidios. Ajustó los valores de referencia del dólar y del petróleo, pero por abajo del de mercado, y puso pesos por la diferencia. Pero el aumento internacional obligaba a elevar estos pagos y una vez más la suba tarifaria llegó como herramienta para contener el déficit.

También pesó en estos días otro factor: el congelamiento había empezado a producir desabastecimiento, ya que para achicar costos no reconocidos las refinadoras empezaron a entregar menos gasoil y eso complicó al transporte automotor de cargas, que aún lleva cerca del 90% de los bienes que se producen en el país. El aumento de 4% es moderado, y no corrige el atraso que reclaman las petroleras, que según el interlocutor oscila entre 25% y 40%. Pero descomprime un problema fiscal que aún no estaba en la superficie.

El Central también hizo un sinceramiento. Como en otros ajuste de política, hubo comunicado posterior del FMI, pero esta vez sin signos de respaldo. Lacunza y Sandleris decidieron soltar amarras y no esperar su voto. Ya saben que deberán poner todo su conocimiento sobre la mesa para persuadir a las autoridades del organismo de que siguen haciendo lo correcto y que el desembolso pendiente debe ser liberado. La meta de emisión cero se borró porque con inflación apuntando a 5% la contracción monetaria en términos reales era enorme y dolorosa. Habrá inyección de pesos (no expansión) porque el dólar se controla con el cepo. Para la asfixia financiera hasta ahora no hay remedio.

Temas relacionados
Más noticias de BCRA
Noticias de tu interés