¿Quién debería ser el próximo secretario general de la ONU?

Las Naciones Unidas elegirán en 2016 a su próximo Secretario General. Se necesita el mejor candidato posible para el puesto.

Se dice que este es el trabajo mas difícil del mundo. Y, habida cuenta de los retos que asumirá el próximo Secretario General el 1 de enero de 2017, es fácil comprender por qué: atroces conflictos y sufrimientos humanos en varias partes del Oriente Medio, frica y Europa; un extremismo violento que constituye una amenaza global; la persistencia de la discriminación contra las mujeres y las niñas; más de 800 millones de personas que luchan por escapar de la pobreza extrema; unos 60 millones de desplazados; implementar los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible. Debemos conseguir al mejor candidato posible. Por ello, llevaremos adelante en 2016 un proceso de selección y nombramiento.

Muchos consideran que el más alto funcionario de la ONU debe ser o bien un Secretario o bien un General. El Secretario General debe ser ambos, y más aún. Debe ser una persona con gran valentía moral e integridad; él o ella (no veo por qué el mejor candidato no ha de ser una mujer) debe ser la voz de las personas más vulnerables del mundo y encarnar los ideales de la ONU.

Como principal agente diplomático del mundo, debe utilizar su independencia, imparcialidad y buenos oficios para prevenir los conflictos, negociar la paz y defender los derechos humanos.

Debe tener presencia política y grandes dotes de liderazgo, y la autoridad necesaria para que el Consejo de Seguridad trate aquellos temas que en su opinión pongan en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

Debe, asimismo, crear una cultura de integridad e imparcialidad en todo el sistema de las Naciones Unidas y supervisar una organización con un presupuesto de aproximadamente u$s 10.000 millones, una dotación de personal de más de 40.000 y 41 operaciones de paz en todo el mundo.

Podría pensarse, entonces, que el proceso para elegir al Secretario General debería ser lo más incluyente y transparente posible. No ha sido así hasta ahora. Hasta hoy, no estaba claro cuándo comenzaba realmente el proceso de selección ni quiénes se habían postulado para desempeñar el cargo. Asimismo, no había una oportunidad real de comunicación abierta y sustantiva con los candidatos, ni para los miembros de la ONU ni para el público en general.

Las recomendaciones eran negociadas a puertas cerradas, principalmente por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Ha habido ocho Secretarios Generales. Y el nombramiento era llevado a cabo por la Asamblea General de las Naciones Unidas de manera principalmente simbólica. Por lo tanto, siempre se consideró que los Secretarios Generales estaban en deuda con los mismos poderes de los que debían ser más independientes.

La Carta de la ONU describe claramente las funciones que corresponden al Consejo de Seguridad y la Asamblea General en el proceso de selección y nombramiento, y debe respetarse. Sin embargo, los cambios incorporados en el propio proceso - acordados por los 193 miembros de la Asamblea General- son una verdadera oportunidad para hacerlo más transparente, más inclusivo y más eficaz.

Como Presidente de la Asamblea, es mi trabajo garantizar que esos cambios se lleven a la práctica. En diciembre de 2015, el Presidente del Consejo de Seguridad y yo pusimos en marcha el proceso de selección mediante la publicación de una convocatoria. Describimos los rasgos fundamentales del proceso, señalamos algunos de los principales criterios para el cargo y, en vista de que habían transcurrido siete décadas de dominio masculino, alentamos a los Estados Miembros a presentar tanto candidatas como candidatos.

Se han presentado ocho candidatos. Sus biografías y la información conexa están disponibles en el sitio web www.un.org/pga/70/es/nombramiento-del-secretario-general/. El martes 12 de abril he iniciado los diálogos abiertos con todos ellos.

Cada candidato presentará una declaración sobre los desafíos y las oportunidades que, en su opinión, tiene ante sí la ONU y el próximo Secretario General. Y, durante dos horas, responderán a preguntas de todos los Estados Miembros, así como de la sociedad civil. Cada diálogo se transmite en vivo por Internet. Se dialogará con todos los candidatos hasta que el Consejo de Seguridad formule su recomendación.

Estas innovaciones no transformarán directamente nuestro mundo. Y faltan cuestiones por debatir: la duración y posibilidad de renovación del mandato del Secretario General y si la Asamblea General debería votar sobre un nombramiento o no. No obstante, estas innovaciones establecen una mayor transparencia e inclusividad. Y aumentan las posibilidades de conseguir el mejor candidato posible para encabezar la ONU. Asimismo, representan un momento histórico, en que la Asamblea General, el órgano decisorio más representativo del mundo, puede reafirmar su autoridad.

Habida cuenta de los retos mundiales que enfrentamos hoy, este podría ser un verdadero punto de inflexión.

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