Pymes marca Argentina: la forma más sotisficada de agregar valor

La Argentina de la que siempre estuvimos orgullosos es la que permite y alienta la movilidad social ascendente. Pero en algún momento de nuestra historia, la perdimos. La plataforma para hacerla de nuevo realidad fue ayer y tiene que ser hoy la pequeña y mediana empresa, la Pyme. En la ciudad de Buenos Aires estamos diseñando las políticas para que lo sigan siendo mañana.

La creación de una Subsecretaría Pyme le asigna un carácter estratégico al desarrollo de políticas para Pymes en una ciudad pujante en inspiración y creatividad. Creemos que toda política productiva de agregado de valor y de generación de empleo debe tener las Pymes como eje central. Nuestro país tiene una larga tradición Pyme de la cual se nutre día a día y que hoy tiene que potenciar hacia el futuro: cuando nuestros abuelos y bisabuelos llegaron al país, para "hacer la América" lo hicieron en su mayoría a través de pequeños emprendimientos en los que pudieron convertir una pasión, un hobby o un oficio en fuente de ingresos.

No hay actor en la economía más dinámico que la Pyme: genera empleo rápido porque te entrevista el dueño y arrancás mañana, a diferencia de lo que pasa en una empresa grande. Las decisiones de inversión se toman a la mañana y a la tarde quizás ya se compra la máquina, sin tener que consultar a una casa matriz, a un directorio o llamar a licitación.

En la ciudad de Buenos Aires, las Pymes son el motor del desarrollo productivo y generación de empleo, siendo responsables de más de 670.000 puestos de trabajo formales. Contribuyen a la diversificación productiva, revelan flexibilidad y versatilidad para adaptarse a nuevas tendencias y demandas, mejoran la competitividad en el mercado, y moderan las posiciones monopólicas de empresas grandes.

Nuestro país se plantea hoy cambios estructurales profundos. Esos cambios involucran de lleno a las Pymes, cuyo salto cualitativo requiere que trabajemos en cuatro niveles:

1) Financiación: hoy las Pymes se financian caro y mal, con tasas muy altas o con el propio flujo comercial. Eso limita las posibilidades de inversión, de comprar máquinas, ampliarse, capacitarse en el el exterior, seguir el ritmo veloz de la renovación tecnológica; y compran más caro el capital de trabajo, no pueden producir en escala y no pueden planificar más allá del corto plazo.

2) Capacitación: el agregado de valor, y mucho más en esta época de cambios disruptivos donde lo que aprendimos hace dos años puede quedar desactualizado, está íntimamente ligado al conocimiento. En la economía del conocimiento, hay que capacitarse para financiarse, para crear, para innovar, para vender y para seguir el ritmo de los cambios sobre todo en tecnología, comunicaciones y tendencias.

3) Tecnología: Creación, innovación, venta y la construcción de vínculos con posibles clientes están cruzadas por la tecnología. Hay un Uber para cada negocio, y sino se sigue el ritmo de los cambios quedamos afuera. Vincular producción con necesidades, deseos y demandas, como Amazon, Netflix, o Uber, establece un sistema de relaciones apoyado en la tecnología.

4) Mercados Naturales: Las Pymes deben apropiarse del mayor valor en la cadena. Hoy hay muchos eslabones que se apropian de mucho valor, pero aportan poco, a través de la intermediación. Si las Pymes pueden llegar directamente a sus clientes, estos pagarán precios mucho más razonables y las Pymes se apropiarán de mucho más valor. Cuantas veces vemos remeras que salen con precio de $ 100 de un taller Pyme y llegan al consumidor final en un negocio a $ 1000 o más, lo cuál hace que el cliente pague un precio caro, consuma menos y que la Pyme venda menos y reciba menos. Esto requiere de una capacitación que las Pymes productivas no tienen, y que delegan a precio alto ese eslabón en factores con capacidad de venta.

Estos cuatro factores deben converger en un aspecto clave para la construcción, agregado y acumulación de valor por parte de las Pymes: la creación de marcas. Hoy una empresa no vale por la cantidad de mercadería que tiene en un galpón o por las instalaciones o locales. Apple, Google, Netflix o Amazon, son las marcas valiosas del mundo, y ninguna ostenta ese valor por lugares llenos de mercaderías sino por el lugar que ocupa en la gente.

La marca es una disparadora de significados, es la que permite acumular valor. Para dejar de vender madera y comprar mesas, tenemos que construir una marca. Argentina tiene larga tradición de creación de marcas que necesita retomar y potenciar. La marca es la gran empresa global, pero también la heladería del barrio que innova en gustos y servicios, o el emprendedor que hace software para cubrir una necesidad concreta de un cliente. La marca es la forma más sofisticada de agregar valor. A eso apunta nuestra política.

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