¿Por qué a la Argentina le cuesta crecer?

El crecimiento económico tarda en aparecer o lo hace con languidez. Mientras tanto, la gente y el gobierno se impacientan. ¿Por qué no crecemos?

Un ejemplo simplificado nos puede ayudar a comprender. Supongamos una sencilla economía con tres agentes. Dos producen bienes, 100 cada uno que valen 1 peso por unidad. Pagan un impuesto del 33 % que recibe el tercero, que pertenece al Estado, con lo cual se financia. La economía tiene bienes por 200 unidades, la cantidad de moneda es de $ 200 y cada agente consume 66 unidades, dos agentes lo hacen con lo que producen menos el impuesto y el tercero con lo que se recauda de impuesto de los otros. Es una situación equilibrada e igualitaria.

Supongamos ahora que uno de los agentes que produce bienes pasa a formar parte del Estado o se jubila (para el caso es similar) y deja de producir sus bienes. La economía queda con 100 bienes y $ 200 de moneda. El precio de esos 100 bienes se duplicará. El agente que quedó produciendo parece beneficiarse, pero sin embargo con el neto de impuestos que recibe ($ 200 menos $ 66) solo puede comprar las 66 unidades de antes que ahora valen el doble. Queda en la misma situación.

Los que sí se ven perjudicados son los otros dos agentes, ya que tienen ingresos de $ 66 entre ambos (los impuestos que paga el primero), lo cual solo le permiten comprar 16 unidades a cada uno (que valen el doble). No es difícil imaginar que ante esto los dos agentes con el poder del estado conformarán un bloque para forzar un cambio. ¿Qué hacen? Por ejemplo, acusan al primero de especulador e imponen un control de precios donde cada unidad siga valiendo $ 1. El efecto será que la producción continuará igual y no mejorará el consumo: El productor 66 unidades y los demás 16 cada uno. Sí, en cambio, habrá presiones para aplicar el excedente de moneda ($ 100) que pondrá tensión sobre la eficiencia en el control de precios.

Otra posibilidad es aumentar la carga impositiva y hacer que todo el aumento de precios sea exigido como impuesto. En este caso, el impuesto pasará a ser de $ 133. De esa forma, al agente productor le quedarán $ 66 con los cuales comprará la mitad de la producción a la que accedía inicialmente, y los dos agentes estatales recibirán la misma cantidad y podrán tener acceso también a 33 unidades cada uno. Se logrará una nueva igualdad en la cantidad consumida entre todos pero ésta será la mitad del equilibrio inicial. Seguramente se reducirán los incentivos para que el agente productor mantenga su actividad ya que la mayor parte de su producto terminará siéndole extraído por impuestos.

En otra alternativa, los agentes estatales, que fijan las normas, pueden intentar dotarse a sí mismos de mayor dinero para efectuar compras de bienes. Y para evitar que se traslade a mayores precios sobre la misma producción, permitirán que los bienes de otro agente ajeno a esta economía pueda ser adquirida por ellos. Por ejemplo, se obtienen 100 unidades adicionales de un productor exterior y se les entrega a los agentes estatales los $ 100 en partes iguales, que es la diferencia necesaria, por encima de los $ 33 de impuestos percibidos del productor, para poder comprar las 66 unidades deseadas. En términos económicos es aumentar el gasto público, permitiendo la importación de bienes para evitar el incremento de los precios. Se llega a una nueva situación donde los tres agentes consumen las 66 unidades iniciales. Pero este equilibrio, similar al inicial, será transitorio, ya que el déficit comercial con el productor del exterior llegará un momento en que no podrá ser financiado con las deudas que se toman para sostener el consumo de los agentes estatales.

La "moraleja" de este ejemplo es que las alquimias de política económica, tan familiares en nuestro país, no logran corregir el problema de la producción estancada y el aumento del Estado. Y aunque parezca trivial, algunas preguntas pueden ser desafiantes en la Argentina presente. Por caso, ¿Cuánto ayuda al crecimiento la creación de nuevas oficinas estatales?, ¿qué hacer con los CEOs? ¿Llevarlos al Gobierno o impulsarlos en la actividad privada? ¿Seguir aumentando o reducir los beneficios laborales y jubilatorios para altos funcionarios del Estado, judiciales, legisladores o ejecutivos? Inclusive, disminuir los incentivos para ingresar al Estado podría ser un camino para que los talentosos, en especial los jóvenes, vean que la política no es la mejor opción para mejorar su nivel de vida.

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