Paredes de cristal, otro paradigma que es necesario deconstruir

Solo el 9,5% de las pequeñas compañías y el 4,5% de las medianas son lideradas por mujeres en el país.

Una ascendente carrera corporativa en una entidad bancaria de primer nivel no fue suficiente para que Andrea Alsina, entonces una joven licenciada en Comercio Internacional con un MBA, se conformara con seguir bajo relación dependencia. Los frecuentes viajes laborales por la región y el apego al recuerdo de cada verano de su infancia, cuando visitaba a su familia materna en Bucaramanga, Colombia, y veía a sus tías trabajar la cerámica y la madera, la alentaron a revivir una costumbre de su adolescencia, la de hacer moños para el cabello que vendía en un multimarca de Lomas de Zamora. Un día, finalmente, y a medida que proyectaba el nacimiento de sus hijos, se animó a salir de la zona de confort. Luego de una inversión de $ 10.000 en 2005, creó Anchus, una firma de indumentaria infantil que ofrece más de 500 artículos por colección y hoy cuenta con tres locales propios y cinco franquiciados. Pasó, sin más, a ser su propia jefa. Y a generar trabajo para otros.

Sin embargo, la historia de Alsina, aún, sigue siendo una excepción. En la Argentina, a pesar de que el 59% de las mujeres de entre 15 y 64 años participan del mercado laboral, se estima que solo el 9,5% de las pequeñas empresas y el 4,5% de las medianas son lideradas por ellas, de acuerdo a un informe del Banco Mundial, difundido por la OIT. Las cifras del país son sustentablemente inferiores a la situación de sus pares regionales: 23,2% y 12,7% en Colombia; 10,9% y 11,1% en Uruguay, 31,9% y 10,8% en Bolivia; 27,1% y 11,7% en Perú. Chile y Brasil no se encuentran detallados.

También en los emprendimientos en fase temprana de desarrollo (TEA, por sus siglas en inglés) los hombres son mayoría. Hoy, la tasa de TEA masculina representa el 55% y la TEA femenina el 45%, según el último relevamiento nacional realizado por el Global Entrepreneurship Monitor (GEM).

Pero la tendencia es global. De cada 10 hombres emprendedores solo hay siete mujeres. Y de las 48 economías encuestadas en 2018 apenas seis muestran tasas similares de TEA entre mujeres y hombres: Indonesia, Tailandia, Panamá, Qatar, Angola y Madagascar.

A nivel global, de cada 10 hombres emprendedores solamente hay siete mujeres

"Hay pocas mujeres que se animan a emprender, sobre todo, que puedan construir y sostener empresas de alto impacto, de una envergadura interesante", entiende María Julia Bearzi, al frente de Endeavor Argentina.

En el marco de un mundo cada vez más ambiguo, volátil, complejo e incierto, las firmas unipersonales así como los emprendimientos liderados por mujeres enfrentan desafíos específicos para iniciarse, sostenerse y acceder a sectores productivos de mayores posibilidades de crecimiento, asegura el informe del Cippec, Las mujeres y el trabajo independiente: propuestas para cerrar la brecha de género, elaborado por Alejandro Biondi, Florencia Caro Sachetti y Luciana Petrone.

Uno de los problemas, advierte el estudio, se vincula a que las mujeres tienden a concentrarse en sectores menos dinámicos y peor remunerados, mientras que los hombres son mayoría entre las disciplinas STEM. "El determinante que explica estas asimetrías es el conjunto de normas sociales y estereotipos de género que asignan mandatos diferenciales a varones y mujeres", sostiene.

Aquí entra en juego lo que en el mundo del management se denomina paredes o muros de cristal. También conocido como segregación horizontal, tiene que ver con aquellos mecanismos, muchas veces inconscientes, que hacen que hombres y mujeres sigan dedicados a ocupaciones propias de los roles que tradicionalmente fueron atribuidos a sus géneros.

Indonesia, Tailandia, Panamá, Qatar, Angola y Madagascar muestran tasas similares de TEA entre mujeres y hombres

"El reto más grande tiene que ver con derribar paradigmas, preconceptos respecto de qué se debe esperar del género en relación al trabajo. Tiene que haber un cambio en nuestra mirada; sentirnos merecedoras de los mismos lugares que ocupan los hombres", agrega Bearzi.

Pero la trama es compleja y va más allá de las barreras socioculturales. Las paredes de cristal también se sostienen y perduran gracias a las instituciones y regulaciones. "Las mujeres enfrentan por ley una prohibición de trabajo en 'tareas penosas, peligrosas o insalubres' y una prohibición de trabajo en carga o descarga de navíos, canteras, grúas, maquinarias, correas, sierras circulares, fundiciones, transporte de material incandescente, y 'en el expendido de bebidas alcohólicas destiladas o fermentadas y en cualquier local o dependencia en que se expenda'", destacan desde Cippec.

Hoy, en un mundo cambiante, el trabajo independiente, un cuarto del empleo en la Argentina, se convierte en el semillero para gestar nuevas pymes. Derribar las paredes de cristal, como parte de un trabajo articulado entre la esfera pública y la privada, es clave para que las mujeres sigan sumando espacios que posibiliten achicar la brecha de género y generar un desarrollo genuino para el país. Pero no es el único camino. Se requiere un contexto que acompañe con financiamiento y con condiciones competitivas. Y, sobre todo, se necesita que quienes emprendan no pierdan de vista el objetivo ni la pasión que les permita animarse a pegar el salto. Porque, como hizo Alsina, la capacitación y la profesionalización se tornan un must para motorizar su empresa.

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