Paradoja: demandará más ajuste un canje exitoso que un acuerdo parcial

La última línea del comunicado que anoche firmó el ministro Martín Guzmán tiene un cierre optimista: "Consideramos que la mayoría de nuestros acreedores va a aceptar la oferta". El funcionario hizo esta afirmación luego de rechazar la pretensión de un comité de bonistas de discutir una versión mejorada de la "propuesta final" de la Argentina. Por eso lo que quedó en pie es la impresión de que el número de adhesiones que tiene el Gobierno al día de hoy es razonable, pero no le garantiza el éxito del canje.

El mensaje que buscará transmitir hoy el presidente Alberto Fernández en la videoconferencia que armó el Council of Americas, es que el tiempo de la negociación terminó, que no hay más capacidad de reescribir el plan fiscal y financiero que deberá cumplir la Argentina. Los acreedores no se darán por vencidos tan pronto, sobre todo cuando tienen tiempo hasta comienzos de agosto para mantener tensa la cuerda.

Es que la estrategia que usaron hasta el momento les funcionó bien. La Argentina empezó ofreciendo un promedio de u$s 37 por cada 100 que entraban en la reestructuración, y con el correr de las semanas esa cifra llegó a los u$s 53 actuales. Como en cualquier mesa de discusión, los acreedores piden cinco cambios para poder obtener dos o tres. Por eso en estas semanas lo que habrá son cruces públicos. Los grupos de bonistas se pronunciaron ayer, para no tener que hacerlo después de que hable el Presidente. Le dejaron la pelota en su terreno, aunque ya saben la respuesta inmediata. Habrá que escuchar los ecos que transmitirá el mercado en los próximos diez días.

En el análisis oficial hoy se está sopesando la siguiente situación: el comité que rechazó la oferta asegura tener 40% de las series de bonos más importantes, lo que implica que tienen poder para bloquear el canje (el Gobierno necesita 66%, o sea reducir el ala dura a menos de 33%). Si no se consigue ese paso, que es la razón por la cual Guzmán habla del acuerdo en tiempo futuro, queda abierta la puerta para que ese 40% siga en default y reclame en la Justicia.

Economía puso otro mensaje sobre la mesa: si la adhesión no es mayoritaria, puede no haber canje, o sea no cobran ni los buenos ni los malos. A Fernández no le sirve el default completo, porque el FMI no puede refinanciar a un país que le dio la espalda al mercado. La siguiente pregunta entonces es si un acuerdo parcial es una solución aceptable, y cuál sería su costo.

El Gobierno dice que conceder lo que piden los bonistas es mayor sacrificio fiscal. Tiene razón. Pero también el acuerdo total implica mayor esfuerzo. Si el 100% todos los bonistas aceptan lo que ofreció Guzmán, la cuenta a pagar desde septiembre de 2021 sube mucho. Si aceptan menos, la cuenta baja. Por eso hoy el Presidente proyecta los números del Tesoro y se pregunta qué porcentaje convertiría de verdad a la reestructuración en exitosa.

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