CRONISTA POR UN D A

No se trata del precio del dólar sino de cuanto vale el peso

La discusión acerca del atraso cambiario nuevamente está instalada. Desde la UIA reclaman un dólar más alto porque la competencia externa amenaza a la industria y el campo pide algo similar a fin de obtener una mayor rentabilidad de cara a la cosecha gruesa. Mientras tanto, ¿quién gana con este peso que ya parece pesado? El trabajo conjunto del presidente del BCRA y el ex ministro Alfonso Prat-Gay al levantar el cepo cambiario fue un éxito, sin dudas, dado que no se dio en el marco de las típicas corridas cambiarias que sucedían en nuestro país. Es decir la primera misión que era la búsqueda de estabilidad se cumplió.

La devaluación acumulada es del orden de 65% desde diciembre de 2015 y la inflación en torno de 45%, aun así los reclamos existen y esto es perfectamente entendible dado que los niveles heredados eran extremadamente bajos en términos de Tipo de Cambio Real Multilateral, comparables con los peores momentos de la historia para la industria (Martínez de Hoz y Cavallo).

El desafío en relación al tipo de cambio es doble. Alcanzar un nivel que fomente el desarrollo supone cierto conflicto distributivo, dado que el nivel alto beneficia al sector exportador (agropecuario mayoritariamente) y un nivel bajo beneficia a los asalariados dado el mayor poder de compra en moneda dura que esto supone. De cara al largo plazo, hay abundante evidencia econométrica que indica que apreciaciones del tipo de cambio real respecto del equilibrio disminuyen el crecimiento económico así como las depreciaciones lo estimulan (Gala, 2008; Rodrik, 2008, entre otros). Sin que esto suponga que cada una de estas estrategias este exenta de costos, del mismo modo que también implica todo un debate sobre cuál es el tipo de cambio de equilibro.

Conceptualmente, en cuanto a los canales a través de los cuáles se da esta relación, Martín Rapetti (experto en el tema) enfatiza el cambio estructural rápido e intenso al pasar de actividades poco productivas a actividades con alta productividad (en su mayoría transables). De esta manera, los altos niveles de tipo de cambio reasignan factores de producción hacia los transables modernos como los servicios informáticos y actividades industriales y agrícolas con alto contenido de conocimiento y capital humano.

Por otra parte, vale decir que no sólo el nivel de tipo de cambio es relevante, sino también la estabilidad ya que otorga certidumbre y permite alargar los horizontes de planificación lo cual supone una mejora en la toma de decisiones. De esta forma vemos que las operaciones inmobiliarias repuntaron, las compra ventas de inmuebles registradas por el Colegio de Escribanos de la provincia de Buenos Aires marcaron un incremento del 42% interanual en febrero, los patentamientos de automóviles de enero subieron en el orden del 64%. Este sendero de menor volatilidad se encuentra dentro de la lista de los activos de la actual gestión.

La estabilidad se ha logrado en parte como consecuencia del gradualismo fiscal, el financiamiento del déficit mediante la deuda comprada por no residentes hace ingresar divisas que estabilizan su valor, pero también ayuda el marco de desinflación y la mejora de la perspectiva del país en el mundo mediante el cual se refinancia la deuda con más deuda (roll over) con dólares frescos y no con reservas del BCRA, las cuales ya superan los u$s 50.000 millones.

La dificultad de este proceso es que el nivel en el cual se ubica el tipo de cambio no es consecuencia de una decisión de política, sino que es el residuo de la política fiscal y monetaria, lo cual trae dudas acerca si es un equilibrio que deje conforme a los distintos actores de la sociedad, de hecho parece no serlo. Sobre todo porque la oferta de dólares no luce consistente con escenarios en los cuales el acceso al financiamiento sea menor, colocando dudas sobre la sustentabilidad del nivel actual en el mediano plazo.

Dentro del círculo del Presidente ya hay alertas sobre los problemas que trae aparejado un dólar atrasado. Los riesgos en política existen y este es uno de ellos, ignorar el problema y dejar que el mercado corrija el valor del dólar como algunos sugieren es una alternativa, el mercado puede corregir cualquier desequilibrio, el problema es el precio que paga la sociedad en términos de bienestar.

La responsabilidad no le cabe al Presidente del Banco Central, sino que es una cuestión más profunda y se encuentra enraizada en el propio proceso sobre como se reacomodan los desequilibrios heredados, todo lo cual sucede que mientras sigue sin quedar clara la política sobre la cual se construirá eso que a veces nombramos como el mediano plazo. La tarea de estabilizar el tipo de cambio está cumplida, es hora de pasar al siguiente escalón y hablar del nivel óptimo del mismo, lo cual orientará las expectativas de agentes acerca de cuál es el modelo de crecimiento que tiene el Gobierno en la agenda.

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