No es un contrasentido que se bajen los impuestos a empresas y se reduzca déficit

Hay que erradicar de raíz el problema de la inflación. Debemos acabar con el populismo.

El sistema político populista (*) busca ganar votos con soluciones sintomáticas y la inflación es producto de estas soluciones.

Los gobiernos en nuestro país no han querido que sea visible su costo a través de impuestos directos a la población.

Históricamente las administraciones han gravado los productos y las empresas, porque los empresarios somos minoría. A los ciudadanos se los cobran, pero los paga indirectamente. Esta es la razón por la que en nuestro país los productos son caros, las empresas pierden dinero, la clase media viaja para comprar, los empresarios somos considerados los malos de la película y hay más del 32% de pobreza.

La inflación es producto de esta anomalía, pues la población no relaciona sus demandas sociales, con los impuestos que se deben recaudar para cumplir con ellas.

Lo que no logra recaudarse, se debe imprimir o pedir a prestamistas de otros países, de ahí las crisis recurrentes.

Para crecer debemos tener empresas que generen valor y distribuyan su ingreso entre la gente que trabaja en ellas. Empresas de todo tipo, (las industriales son las que mejor distribuyen), sean grandes o chicas. Muchas y rentables.

No es un contrasentido cuando reclamamos los empresarios que se bajen los impuestos a las empresas y que se reduzca el déficit.

Existe déficit fiscal porque los impuestos son altos y disminuyen el deseo y la motivación de invertir y generar empleo, impulsando a la población activa a no trabajar y promoviendo así, la necesidad creciente de subsidios del estado.

Se acentúa cuando la empresa está mas alejada de la Ciudad de Buenos Aires, pues la cadena de costos se incrementa con la distancia. Y cuando mas componente de valor agregado tiene el producto. Por eso tenemos tan pocas fuentes de trabajo en las provincias del norte.

El resultado es que cuando más lejos del centro, más desocupación tenemos, más pobreza generamos, y más necesidad de subsidio requerimos.

El porcentaje sobre el PBI quizás siempre deba ser el actual, pero ¿cómo?, ¿con qué complejidad?, ¿a quién se le cobra y quien lo debe cobrar? Esta es la Reforma Fiscal que debemos discutir.

Debemos simplificar el sistema, incrementar el control de quien lo paga a quien lo gasta y canalizar más decisiones a las intendencias y gobernadores.

Mi propuesta consta de 6 impuestos y 5 tasas. Ventas finales, inmobiliario, tierras, minería, dividendos y patrimonio mas combustibles, energía, juego y apuestas, alcohol y cigarrillo.

Los intendentes recaudan un impuesto a las ventas finales del 7% (o lo que decidan) y un impuesto inmobiliario del 1% del valor real de la propiedad (o lo que decidan) y coparticipan hacia arriba el 30% de lo recaudado a las provincias.

Gobiernos provinciales cobran impuestos a la tierra y a la explotación minera (el monto por hectárea que crean conveniente, cuidando que sus coprovincianos lo soporten) y coparticipan a la nación 30 % de lo recaudado.

La Nación cobra impuesto a los dividendos a las empresas (mas simple de recaudar y lo hace con liquidez generada) y al patrimonio de las personas.

La Nación tendrá una tasa sobre el combustible que promueva la inversión de infraestructura y un sistema de tasas que disminuya el incentivo al consumo de sustancias perjudiciales para la salud (Juego y apuestas, alcohol y cigarrillo, por ejemplo) .

Los impuestos al trabajo deben eliminarse y el sistema jubilatorio debe financiarse con una tasa sobre el consumo de energía eléctrica y gas. Promoveremos así el empleo formal y al mismo tiempo el ahorro de energía con un impuesto que no puede evadirse, y permite hacer política social.

La coparticipación de lo recaudado por los intendentes volverá a otros intendentes de su provincia que lo necesiten, pero deberán aceptar la intervención de la provincia en sus asuntos para ayudarlos con la administración de sus recursos. Y lo mismo sucederá con las provincias que requieran de ayuda de la Nación, es decir deberán aceptar la intervención del estado nacional si no son autosuficientes con su propia recaudación.

Esto hará de la Argentina un país de empresas pujantes, competitivas, con pleno empleo formal, con salarios altos, productos baratos, intendencias y provincias bien manejadas y políticos interesados en una buena administración, libres de corrupción, pues sus votantes no se los permitirán.

Desaparecerá el populismo, y con ello no habrá más inflación. No es fácil, si lo fuera ya se hubiese hecho.

Esta es la Reforma Fiscal que nuestro país necesita para los próximos 100 años y el actual, es el equipo económico que mayor capacidad de realizarlo tiene. No perdamos la oportunidad.

(*) Entiendo como populismo la consagración de derechos que no pueden financiarse en el tiempo.

Temas relacionados
Más noticias de populismo
Noticias de tu interés