No defaultear es más fácil que jugar con tierra

No hay buitres sin deuda, no hay deuda sin déficit y no hay déficit sin políticos gastomaníacos (la recaudación de impuestos era de 15% del PBI en 1961 y hoy es de 36% del PBI). Ergo, los políticos que a nivel nacional, provincial y municipal que deciden el gasto público, son los verdaderos responsables de todos los desastres fiscales de los últimos 40 años que, a su vez han generado crisis de mayor o menor tamaño (Rodrigazo, Sigaut, Hiperinflacion, Fin de la convertibilidad y el retorno a la estanflación con el cepo cambiario de octubre de 2011) que explican en gran parte la gran frustración que es la Argentina del último medio siglo.

Es mentira que los buitres y la deuda externa sean un instrumento civilizado y moderno de dominación mundial de la patria financiera internacional como nos pretender hacer creer la vergüenza sponsoreada por la UBA del Museo de la Deuda Externa “Marcianos, una cronología de la deuda externa”

Por supuesto que el negocio del prestamista es conseguir países con déficit fiscal que necesitan financiamiento, pero son los países los que deciden en sus congresos de manera soberana y autónoma la cantidad de gasto público y, por lo tanto de déficit fiscal que van a tener que financiar con deuda. Es más, en los presupuestos siempre se pone cómo se va a financiar un desequilibrio fiscal y qué gastos directamente se financian con deuda. Así que los que mejor saben qué gasto público sube y cómo se financia el déficit, es la política. Que no te vengan a llorisquear cuando el acreedor quiere cobrar. En algún lugar, cuando ellos deciden el nivel de gasto público, también están decidiendo pedir prestado.

Obvio que en países como Argentina donde los intereses de la sociedad respecto del gasto público (educación, salud, seguridad, justicia, etc.) están totalmente disociados de los intereses de la política porque ésta se comporta de manera corporativa para perpetuarse y enriquecerse en el poder de la manera más fácil posible (con la demagogia del gasto público) y dado que el mayor poder de lobby está en la política, el sector privado termina siendo como los humanos en la película “Matrix”: tienen una vida virtual pero en la realidad son sólo baterías que le dan energía (impuestos) a la máquina (El Estado). O puesto en términos más actuales: los verdaderos buitres son los políticos y los carneros los privados de a pie.

Pero si lo anterior fuera poco, la asignación de ese gasto público es pésima. Las calles en general están sucias, las rutas destrozadas, la salud pública para el pobre es una vergüenza, la educación igual, la seguridad no existe, en la justicia Oyarbide sigue como juez y Campagnoli es perseguido como un delincuente, el servicio exterior es gerenciado por un inestable desbocado como Héctor Timerman y la corrupción nos golpea en la cara como el sol de cada día.

Habiendo quedado claro que es la política corporativa argentina la que decide los buitres que nos van a carroñar después a los privados, ahora viene el tema particular de la actual deuda pública en default.

Todos los países emiten deuda bajo legislación extranjera (además de nacional), entre muchas razones, para abaratar el costo de financiamiento. Si yo le digo a un acreedor extranjero que voy a colocar deuda en la moneda de su país y además, ante un litigio, me someteré a su legislación, estará dispuesto cobrarme a una tasa más baja que si la legislación fuera la local. No hay nada de cesión de soberanía al estilo “perdimos las Malvinas a manos de los british” que justifique la demagogia política posterior. Es práctica común en el mundo financiero.

Fruto del déficit fiscal que la clase política decidió, algunos de los contratos de deuda que Argentina voluntariamente firmó en los ´90 con sus prestamistas fueron con legislación extranjera (al igual que de los del canje 2005 y 2010). Todos los contratos de los ´90 decían que si Argentina algún día decidía cambiar las condiciones de emisión originales (baja de tasas, quita de capital) como ocurre cuando hay un canje de deuda tendría que lograrse una adhesión del 100%. Ni del 75% como con en el canje de 2005 ni con el 93% después del canje de 2010. O sea, quedó un 7% de bonistas (no buitres) que no lo aceptaron. Ese 7% original era, en números redondos, u$s7.000 millones de capital y hoy según la propia Cristina es de u$s15.000 millones al computar tasas de interés y punitorios durante los últimos 15 años desde el default de diciembre de 2001.

Así que de movida, Argentina siempre, desde le primer canje deuda, violó la letra del contrato de deuda que establecía 100% de aceptación. Este es el primer bache por donde podrían venir litigios ¿Pero que hizo la política local? Descorchar champagne haciéndole creer a la sociedad, que el canje era un éxito mundial, cuando en realidad era un fracaso porque estaba violando la letra del contrato.

Segundo problema legal con la “parejita” de los canjes de 2005 (se pudo hacer porque el juez Griesa los permitió) y 2010 (también se pudo hacer porque el juez Griesa los permitió): la cláusula pari passu. Esta cláusula es centenaria y está en todos los contratos de deuda y dice, adaptando su definición a la interpretación que hizo de ella la justicia de los EE.UU en nuestro juicio, que el que no aceptó el canje, no puede ser ignorado por el gobierno que le paga regularmente al que lo aceptó.

La Ley Cerrojo, sancionada por el Congreso a instancias del gobierno de Néstor Kirchner, violó la cláusula pari passu porque estableció 2 categorías de deudores antitéticas: los que aceptaron los canjes a los cuales el gobierno les pagaba y los que no, a los cuales el gobierno los desconocía como acreedores, dándolos de baja de las estadísticas de la deuda pública argentina, deslistando a sus bonos de los mercados donde cotizaban y jamás sentándose a negociar a pesar de los continuos llamados de la justicia de los EE.UU advirtiendo de la violación de los contratos de deuda firmados por Argentina en la cual estábamos incurriendo. Como diría el gran Pocho “al enemigo ni justicia”.

Así que, al revés de lo que se nos dijo durante 10 años, el canje deuda fue un fracaso de entrada (que algún día tendría consecuencias) porque violaba 2 conceptos claves de la letra del contrato: el porcentaje de adhesión y la cláusula pari passu. Argentina fue demandada en juicio y como era obvio lo perdió. En EE.UU mal que nos pese a nosotros, argentinos salvajes, las instituciones y lo firmado en un contrato vale más que el lobby de Obama y del FMI (el tour de nuestros queridos legisladores reuniéndose con autoridades americanas hace un par de semanas, no cuenta, fue sólo tirar a la basura parte de nuestros impuestos).

El juicio está perdido y hay que decidir si se paga o no el 100% sin quita alguna (el cambio de juridicción es un delirio tan mayúsculo que no vale la pena discutirlo: ¿desacatar a la justicia del país más poderoso del mundo a la cual la fuimos a buscar nosotros?). La discusión de cuánto porcentaje de buitre hay en las venas de los demandantes a nadie le importa en un juicio. Eso es fulbito para la tribuna en países enfermos de populismo como el nuestro.

El monto de este juicio que terminó el pasado lunes 16 con el rechazo a la segunda apelación de Argentina por parte de la Corte Suprema de los EE.UU. es de u$s1.500M con un capital original que no supera los u$s400 millones.

El 100% de las acreencias de los que no aceptaron los canjes de deuda, según los datos de la Presidenta Cristina, hoy llega a u$s15.000 millones. Supongamos que el 100% de los que ganaron este juicio son buitres (en realidad no es así). Ergo, 1.500/15.000=10%. Sólo el 10% de los que no aceptaron los canjes son buitres. Pero si el número fuera mayor ¿who cares? Tienen el papel de deuda con el que ganaron el juicio. Hay que decidir pagar o no, sea buitre, serpiente, simio o el animal que quieras.

Obvio que los u$s15.000 millones, más de la mitad de las reservas del BCRA de hoy, o una gran parte de ellos se van a venir a reclamar viendo los que ocurrió con los u$s1.500M. Pero nunca van a venir todos juntos, ya y ahora como sugiere el gobierno, alertando sobre la llegada del Juicio Final. Como mucho será en 1 año y nunca será el 100% de los u$s15.000 millones.

En los últimos 5 años, desde que el gobierno tomó por asalto al BCRA con Mercedes Marcó del Pont como su presidenta, le sacó entre decretos, resoluciones y leyes de presupuesto reservas por u$s45.000 millones para pagar deuda de capital e intereses de privados (Fondea) y de organismos internacionales en moneda extranjera. O sea, un promedio de u$s9.000 millones por año en promedio.

No hay ningún argumento para no poner u$s15.000 millones de reservas en un año para acatar el fallo de un juicio al cual Argentina fue porque quiso sabiendo que lo perdería (así lo reconocieron tanto Kicillof como Cristina) y evitar un default y sí u$s9.000 millones para pagar a los que aceptaron los canjes.

Ojo que un default, al pulverizar el patrimonio de los bancos y del FGS del Anses, pondrá nervioso a más de un depositante y a más de un futuro jubilado.

Pero además, está mal usar reservas del Banco Central para un problema que es del fisco, del gobierno y que es el pago de la deuda pública. Las reservas del BCRA están para hacer de respaldo a los pesos que emite el BCRA y más con el prontuario argentino de confiscaciones, devaluaciones, hiperinflaciones y defaults que ha transformado a la demanda de pesos en pequeña y volátil. Nunca se deberían haber usado reservas para pagar ninguna deuda. El capital se podría haber refinanciado y los intereses se deberían haber pagado con el boom de recaudación que traían las tasas chinas de crecimiento (lo mismo si en vez de refinanciar se decidía cancelar capital de deuda pública).

Pero claro, lo que no te dice la clase política cuando se rasga las vestiduras sobre el pago de la deuda externa, deuda que nunca se debería haber tomado porque la recaudación hace 40 años que no para de crecer como porcentaje del PBI porque los impuestazos son la adicción de todos los gobiernos, es que no hay un solo peso de los u$s150.000M que se recaudan hoy porque se lo gastaron todo en clientelismo, amiguismo y corrupción.

Los u$s15.000 millones son el 10% del total de la recaudación de impuestos (los u$s1.500 millones el 1%) que la gente paga para que la política le dé algo. Ya que no le da bienes públicos, al menos que le eviten la crisis económica y financiera que sufriría ante un default ¡sólo 15 años después del default inmediato anterior y luego de una década de desendeudamiento que dejó la deuda externa performing con privados reducida a la nimiedad de 8% del PBI!

Si no quieren sacar los u$s15.000 millones de los u$s150.000 millones de recaudación porque ésta ya se la gastaron de manera irresponsable y esto sí que sería un “ajuste” (si los privados no llegan a fin de mes por la inflación, no lo es), que la saquen entonces del crecimiento de la recaudación que al 30% son entre u$s30.000 millones y u$s45.000 millones (dependiendo del dólar que pongas a futuro) en un año, o sea que los u$s15.000 millones son entre 1/3 y 50% del AUMENTO de recaudación. El 50% o 2/3 restantes del aumento se lo pueden seguir malgastando como hoy.

Y si tampoco quieren eso, deberían colocar deuda para evitar el default. Finalizada la epopeya del desendeudamiento, ahora comenzó la del endeudamiento. Ya emitimos deuda para el CIADI, Repsol y Club de París por u$s15.000 millones ¿Qué le hace un mancha más al tigre y emitir otra vez deuda externa por otros u$s15.000 millones? Total, ahora los que nos prestan son buitres buenos…hasta que algún día por el malgasto público, no podamos pagarles y sean buitres a secas.

Seamos adultos, dejemos de ser un paisito de infantes histéricos. Tuvimos boom de recaudación pero más de gasto público, vino el déficit, la deuda externa, la imposibilidad de pagarla, un mal canje, un peor juicio y lo perdimos. Pagarlo es más fácil que defaultearlo. Después de todo, salvo la deuda ajustada por CER, defaulteada en los hechos por la destrucción del INDEC, los Kirchner han repagado deuda externa como ningún gobierno en la historia. Ideologizar u$s15.000M es ridículo y…peligroso.

Como dicen los K “Memoria”.

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