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No alcanza con ser ‘el granero del mundo’ para obtener los dólares que se necesitan

La evolución que exhibió el comercio exterior argentino a lo largo de 2018, reflejó el impacto que tuvo la devaluación y el proceso de estanflación en el que se encuentra sumergida la economía.

Más allá de cerrar el año en rojo, la balanza comenzó a arrojar saldos positivos en los últimos meses, fundamentalmente, por el hundimiento de las importaciones, que mostraron el mes pasado el registro más bajo desde febrero de 2010.

Pero el mayor problema del comercio argentino en la actual administración nunca estuvo centrado en el nivel de las compras al exterior. Por el contrario, a lo largo de los últimos tres años se mantuvo por debajo de registros observados en la gestión de Cristina Kirchner, con cepo, DJAI y trabas incluidas.

La dificultad radica en que la torta del comercio se redujo casi un 20% respecto del volumen que mostraba en 2011, el año en que cerró con el mayor nivel de exportaciones de la historia, casi u$s 83.000 millones, y el segundo a nivel de importaciones, con casi u$s 73.000 millones

De hecho, si bien las exportaciones mostraron el mes pasado una evidente mejora interanual, están aún muy por debajo del pico de u$s 8393 millones registrado en mayo 2013, cuando se disparó el precio de la soja, e inclusive de los registros de diciembre de 2007.

Es decir, en once años no hubo una evolución del comercio y el movimiento de la balanza solo estuvo atado al precio de las materias primas.

En un país donde más del 60% de los dólares de exportación provienen del campo, esa ecuación se mantendrá de la misma forma hasta tanto se modifique la matriz industrial para diversificar y ampliar la producción, al tiempo que se abran nuevos mercados para la Argentina. No alcanza con ser solo el granero del mundo para que el comercio exterior aporte los dólares que la economía argentina necesita.

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