No alcanza con $ 4000, pero el problema también es cuánto hay para repartir

La frustración que muchos votantes de Cambiemos experimentaron con el gobierno de Mauricio Macri en materia económica tiene una lógica similar a lo que ocurrió en la historia del país. Frases célebres como "hay que pasar el invierno" o "el que apuesta al dólar pierde", están en la mente de cualquier argentino mayor de 45 años.

Los ajustes y los desajustes con los que vive el país hace que las esperanzas de la sociedad se renueven con cada Gobierno. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la situación es bastante similar. Se le pide a la población un mayor esfuerzo y se le pide a las empresas un mayor esfuerzo. En el medio, los actores políticos van de lo que quieren hacer hasta lo que pueden hacer, sumado a las cadenas de suerte, de aciertos y de errores.

Pero en las expectativas generadas con la llegada de cada Gobierno la sociedad pasa por un estado que abarca varias emociones que van desde el éxtasis a la frustración.

El Gobierno de Alberto Fernández tomó la decisión de incorporar a los bolsillos una suma de dinero que apuntale el consumo. Es decir, con el consumo por el piso, la idea es que la economía empiece a mover una rueda casi oxidada por las distintas políticas aplicadas y heredadas por Macri.

El viernes el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, anunció el aumento de $ 4000 para los trabajadores privados. La noticia estuvo lejos de conformar a todos, pero tampoco desencantó a todos. Los empresarios, porque si bien tienen que hacer frente a erogaciones que preferían evitar, terminarán pagando menos de lo que reclamaban los sindicatos. En los asalariados, para lo mismo pero al revés: esperaban un aumento mayor, pero peor es nada.

Los sueldos deprimidos en dólares en una economía globalizada, donde una gran cantidad de insumos se importan, son un verdadero problema a la hora de alentar el consumo. Por eso el Gobierno tomó la decisión de apuntalar las jubilaciones y pensiones, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y los salarios. En este escenario los gastos del estado salen de emisión, endeudamiento o menores impuestos, y los gastos de las empresas se originan de mayores contribuciones, restricciones de ganancias o endeudamiento. El problema de corto plazo se da cuando las empresas no pueden afrontar dicho gasto y también en saber si los trabajadores que están en la informalidad podrán recibir algún tipo de beneficio. En el Estado el centro de la discusión radica en saber cuánto se deja de recaudar o a quién se le pide mayor contribución, y hasta cuánto se puede emitir o endeudar.

Nadie duda que los sueldos son bajos, en pesos y también en dólares. Nadie duda que la plata no alcanza. El problema muchas veces es creer que alcanza para todos y que hay mucho para repartir.

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